domingo, 2 de marzo de 2014

Robín Hood


-Una emboscada, ese sera el plan- dijo Robín a sus compañeros
-¿ Y como lo haremos? - preguntaron sus amigos

-La carreta con mercancías pasa por el bosque de Sherwood, lo cual es una ventaja para nosotros, lo malo es que me han dicho que por lo menos habrá veinte guardias custodiándolo-

-¿ Cuando lo haremos?-

-Al medio día, hasta entonces deberíamos descansar- respondió Robín

Y cogiendo su arco y sus flechas se fue a cazar.

A la hora prevista para la emboscada, se prepararon, permanecieron allí quietos hasta que escucharon pasos y vieron el carromato.

-¿Crees que lo conseguiremos?- pregunto
-Sí, no te preocupes no se lo esperan- respondió Robín.

Robín se puso en medio del camino, cogió una flecha del carcaj y se preparo para disparar.

-Parad el carromato, sí no queréis morir- les dijo Robín a los soldados
-Tu solo, no me hagas reír- respondió un soldado burlándose
-Quien a dicho que este solo- respondió Robín
De repente, todos sus compañeros salieron de detrás de los bosques, matando a todos los soldados que oponían resistencia, varios de ellos salieron huyendo. Cuando la lucha hubo terminado, se pusieron a coger todo lo que llevaba el carromato. Había pieles, comida, bebidas y demás cosas.

-Un buen botín- se dijo Robín

Por lo que decidió darle un regalo a Mariana. Cuando fue allí se encontró una sorpresa, había llegado su viejo amigo Allan.

-Hola Robín, veo que has cuidado bien de Mariana- dijo Allan

-Mariana te ha echado mucho de menos-

-Sí, ya lo se, pero necesito tu ayuda, cuando iba por el sendero del bosque con Christabel, cuando tuvimos una emboscada de unos outlaw, luche pero eran demasiados para un solo hombre, y uno de ellos me dio un golpe en la cabeza y me desmalle, al despertarme me encontraba solo, entiendes porque necesito tu ayuda- dijo Allan

-¡Como!, no te preocupes encontraremos a esos outlaw y pagaran por lo que han hecho-

-Gracias, pero ¿como los encontraremos?- pregunto Allan

-Con la ayuda de mis amigos podremos conseguirlo, seguro que alguno habrá visto algo- respondió Robín.
Cuando llegaron al escondite, Robín llamo a sus camaradas

-¿Alguien ha visto a algún outlaw con una mujer? Pregunto Robín.

-Sí, yo he visto a varios- respondió Trevor, un hombre que se había uno a la banda recientemente.

-¿ Y a donde se dirigieron? Pregunto de nuevo

-Se dirigían hacia el lago- respondió Trevor

-Bien, eso nos llevara una hora llegar hasta allí- dijo Robín a Allan

-¿ Cuantos había cuando los vistes? Pregunto Allan a Trevor

-Creo que unos siete, pero seguramente habrá más- respondió

-Bien, Trevor y John vais a venir conmigo y con Allan- dijo Robín
Los cuatros se dirigieron al lago, cuando estuvieron cerca del lago, oyeron a varia personas hablando.

-¿ Quien es ?- pregunto un outlaw, era alto y fuerte, llevaba un traje marrón y unas botas de cuero y su rostro estaba tapado por una capucha.

-Es la mujer de Allan Clare, jefe- respondido un hombre bajito y gordo, que llevaba atada a Christabel

-Seguro que nos darán dinero mucho dinero por ella, buen trabajo- dijo el jefe outlaw

Y se fue ha una tienda que estaba echa de pieles de animales y palos. Y el outlaw bajito ato a Christabel un árbol.

-Vamos ahora es nuestra oportunidad - dijo Allan

-No, es mejor esperar a que anochezca, tendremos mas ventaja - respondió Robín

-Estas loco, ahora es la oportunidad de rescatarla, no quiero verla en ese aspecto- dijo Allan

-Se que estas preocupado, pero confía en mi sera mucho más fácil de noche-

-Esta bien, solo quiero ver a Christabel a salvo- respondió Allan
Los cuatro esperaron, hasta que por fin se puso el sol. Una vez repasado el plan, se pusieron en marcha, Trevor y John se encargaron de los vigilantes y Robín y Allan de salvar a Christabel. Una vez echo todo esto, salieron de allí junto con algunos objetos valiosos que habían robado los outlaw. Después se dirigieron al campamento de Robín y Allan y Christabel se despidieron de ellos.

Continuación de Maribel y la extraña familia.

(A la mañana siguiente, ambos de pié en la ventana con vistas al jardín y comienzan una conversación.)
MARIBEL. Marcelino, ¿quiero hablar contigo agora que tenenmos delante este precioso  jardín?
MARCELINO. Por supuesto, hablemos. ( los dos  agarrados de la mano delante de la ventana que está al otro lado del escenario.)
MARIBEL. (Nerviosa) Marcelino quería comentarte una cosa...
MARCELINO. Adelante, sin miedo...
MARIBEL. Me gustaría volver a retomar mi antigua profesión, la de costurera.
MARCELINO. ¿Costurera? ¿para qué? yo trabajo en la fábrica y no nos hace falta el dinero, ¿qué será de nuestros hijos? ¿no tendrás tiempo para cuidarlos?
MARIBEL. Marcelino, me gustaría retomar mi antiguo trabajo, me gustaría poder contribuir a la economía de la familia y he tomado esta decisión. Cuando tengamos nuestros hijos, los cuidaremos entre todos, yo le daré el pecho y mientras tanto tu estarás en la fábrica, cuando yo esté cosiendo se los dejaremos a tu madre. ¿No lo entiendes Marcelino? quiero tener una ocupación digna de una mujer.
MARCELINO. Yo no lo veo, Maribel. Tendríamos que distanciarnos mucho, porque yo estaré aquí en la fábrica y solo nos podremos ver los días no laborables. Tu estarás en tu trabajo y yo en el mío... esto hará que cada vez estemos más separados.Y¿ qué será de nuestros hijos? Apenas conocerán a su madre... Maribel ,por favor, quítate esa idea de la cabeza...
MARIBEL. Pero Marcelino, mi intención es que podamos tener aquí mismo mi taller de costura, en el jardín. Así no tendremos que separarnos y podremos estar todo el tiempo juntos. ¿Te parece buena la idea?
MARCELINO. Bueno eso ya cambiaría un poco las cosas, pero para formar una empresa necesitas trabajadores,  (En tono burlesco) o ¿ piensas hacerlo tú sola todo?
MARIBEL. (Muy contena)Me gustaría contratar a trabajadoras dispuestas a salir de la vida que llevaban antes, ¿no crees que es una buena obra social?
MARCELINO. Me parece una labor social excelente pero, ¿conoces a alguien?
MARIBEL. (Con una gran sonrisa)No, pero de momento me traigo a mis amigas Pili, Rufi y Niní. Seguro que me ayudarán a encontrar algunas.

(Se abrazan de nuevo y poco a poco va cayendo el


                                                                        TELÓN



Continuación del libro, El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde.

Henry Jekyll se echó a dormir sabiendo que en un par de horas sería Edward Hyde de nuevo, deseaba no volver a despertarse. En la cama no paraba de darle vueltas a la cabeza pensando en qué pasaría al día siguiente, día en el que la ley debía atrapar a Mr. Hyde y matarlo por haber matado a un niño enfermo a base de palos y golpes. Por más que lo intentaba no conseguía conciliar el sueño. Pensó en hacer algo para que Hyde no acabara muerto, pero no se le ocurría nada hasta que se le vino a la cabeza algo: escapar. Su idea consistía en coger una maleta con lo preciso, un carruaje y escapar lo más lejos posible sin dejar huella. Dio un salto de la cama, se dirigió hacia la mesa dónde tenía encima su maleta marrón, y la lleno de algunas mudas. En el espacio que quedó metió todo el dinero que cupo, y cuando iba a completar su equipaje llamaron a la puerta. Corrió a mirar por la mirilla quién era. Se trataba de un policía registrando las casas en busca de Mr. Hyde. Jekyll estaba seguro de que no tenía nada en su casa que pudiera ser usado en su contra, y que no se volvería a transformar en Hyde hasta dentro de una hora. Así que, abrió la puerta y vio al policía. Era un hombre bajo pero robusto, moreno, ojos verdes, nariz pequeña y con una boca muy grande. Parecía que tenía un poco de miedo por la misión que se le había encargado, pero se le notaba que era un hombre honrado y valiente y que cumpliría su trabajo sin quejarse. Dio un paso al frente. - Soy el agente Robles. Necesito registrar su casa por el horrible incidente de ayer, disculpe las molestias si usted no tiene nada que ver, pero es mi deber hacerlo - dijo el policía pasando dentro -. - Sí, claro, claro, lo entiendo - balbuceó Henry intentando casi ni mirarle -. Subió a la planta de arriba, mientras Jekyll quedó abajo rellenando su maleta. El policía bajó y echó un vistazo por la planta baja. Antes de irse, espetó: - Buenas noches, muchas gracias señor. - Un placer - respondió cerrando la puerta -. Cogió la maleta, salió a la calle y montó en el primer carruaje que pudo. Le dijo que cabalgara hasta el amanecer, en el sentido que quisiera, pero a un paso rápido y lejos de allí. Durmió todo el viaje, le despertó la luz del sol y el conductor gritándole que ya había amanecido. Se sorprendió al ver que Hyde todavía no había aparecido, seguía siendo Jekyll. Esto se debe a que el tiempo del brebaje no se consume mientras duerme, sino que solo hace efecto mientras está despierto. Así que si cuando se acostó le quedaba una media hora, todavía le quedaba lo mismo. Se bajó del carruaje, pagó a su transportista y echó a correr hacia dentro de la ciudad al menos para saber dónde estaba. Era un pueblo pequeño, sin ni siquiera nombre. Llegó a un pequeño hostal, pagó su hospedaje y se encerró en una habitación. Calculaba que le quedaban segundos para volver a ser Hyde. De repente, se levantó y se puso frente al espejo. Empezaron a deformarse sus piernas, sus brazos, incluso sus ojos tenían un color distinto cada uno. Se tiró al suelo de rodillas, se estaba volviendo loco. En su cuerpo se había formado un caos tremendo, las células de Hyde y Jekyll se estaban mezclando y su cuerpo no sabía reaccionar. Se dirigió al bañó, cogió la cuchilla de afeitar de un antiguo huésped y se cortó las venas. Allí quedo sin vida el cuerpo desfigurado de Edward Hyde y Henry Jekyll.


Continuación de Maribel y la extraña familia.

(Varios días después)

Marcelino.- Maribel, ¿damos un paseo por el lago?
Maribel.-Encantada. (Se dirigen hacia el muelle los dos.)
Marcelino.-Ya hemos llegado, espérate aquí que voy a por unos emparedados al bar, ahora vengo.


Cuando se dirige hacia el bar se tropieza y choca con una joven mujer. Era hermosa, pelo rubio, alta, ojos azules y una elegante vestimenta.


Marcelino.-Disculpe no te he visto.
Rocío.-Discúlpeme usted, soy muy torpe.
Marcelino.-¿Cómo te llamas?
Rocío.-Mi nombre es Rocío y el de ¿usted?
Marcelino.-Me llamo Marcelino.
Rocío.-Encantada de conocerte. ¿De donde eres?
Marcelino.-Igualmente. Soy de aquí. ¿Y tú?
Rocío.-Un pueblo más allá.


Mientras Rocío hablaba, suena el móvil de Marcelino, es Maribel.


Rocío.-¿Quien es?
Marcelino.-Es mi jefe del trabajo. Espera un momento.


Marcelino coge el móvil y habla con Maribel.


Maribel.-¿Donde estás? Te llevo esperando diez minutos.
Marcelino.-Perdón me he distraído por el camino, ya voy.
Maribel.-Vale, adiós.
Marcelino.-Adiós. (Cuelga el móvil.)
Rocío.-Bueno me tengo que ir, ¿te gustaría quedar algún día?
Marcelino.-Por supuesto. ¿Mañana podrías?
Rocío.-Vale, a las 5 en la Calle Real.
Marcelino.-Nos vemos.
Rocío.-Adiós.


Marcelino se dirige hacia el muelle con los dos emparedados.


Maribel.-Por fin has vuelto.
Marcelino.-Perdón es que había mucha cola.
Maribel.-Vale. ¿Mañana por la tarde podríamos hacer algo?
Marcelino.-No, lo siento. Tengo una reunión importante a las cinco.
Maribel.-Bueno entonces nada.


Pasó el día y ya llegaban las cinco. Marcelino empezó a prepararse. Salió del piso y llegó a la calle donde se había quedado. Allí estaba, sentada en una silla del bar. Marcelino fue para ella.

Marcelino.-Hola Rocío.
Rocío.-Hola. (Con una gran sonrisa en la cara.)
Marcelino.-¿Pedimos ya?
Rocío.-Vale.


Vino el camarero y pidieron la comida. Mientras preparaban la comida, los dos empezaron a hablar de sus vidas. Mientras tanto, Maribel decidió ir a dar un paseo sola y dio la casualidad que iba a pasar por la calle en la que se encontraba Marcelino y Rocío. Maribel se sorprendió al ver a Marcelino con otra mujer porque ella pensaba que su marido estaba en una reunión importante. Ella salió corriendo llorando porque se sentía engañada. Cuando Marcelino regresó a su casa Maribel lo estaba esperando muy enfada.






































La senda del escritor.

Decidí hacer una relación de lo que me había ocurrido el último año. Para ello, saque un tintero que había comprado antes de venir, y tomando la pluma del ave Fénix, que con tanto esmero conservaba, comencé a escribir sin dificultad, como si a través de ella resucitasen de nuevo lo sucesos de aquel año.
Sin temblarme la memoria, escribí: Yo, el pobre Robinsón Sánchez, habiendo naufragado durante una terrible tempestad, llegue a la playa de esta miserable e infortunada isla, a la que llamé de la Desesperación...

Los días aquí en la sierra son largos y aburridos. Mi padre se pasa todo el día fuera, esperando que pase un tren, y  mi madre siempre con sus faenas, sola en casa. Yo me encierro en mi habitación y escribo y escribo. Solamente hago pensar y añadirle partes a mi pequeño diario.

Un día mientras salí a pasear por la sierra, paró un tren y se bajaron unos chicos que me dijeron:
-¡Eh, tú! ¿Qué haces por aquí?
-Vivo aquí.- respondí con un tono desconfiado.
-Que aburrido.-me dijeron ellos- ¿y qué haces para entretenerte?.
-Escribo un diario de mi último año.
-Pues por si te interesa, ahora hay un concurso para principiantes escritores de libros.
- Sería muy interesante, gracias, pero no sé si me dará tiempo a terminar mi obra.
-La próxima semana pasaré otra vez por aquí y te traeré toda la información. Tengo que irme, adiós.

Tal como me habían dicho, a la semana siguiente me trajeron toda la información del concurso, y después de leerla, decidí presentarme. Se lo dije a mis padres y ellos me apoyaron en mi decisión. Luego me puse manos a la obra para terminar mi diario, ya que quedaban pocos días para que finalizase el plazo de presentación.

5 meses más tarde.

Todos los lunes, cuando paraba el tren que cada semana llevaba el correo de una ciudad a otra, yo me acercaba por si había alguna carta para mí, pero las semanas pasaban y pasaban, y no llegaba noticia alguna. Un día, por fín, me llegó una noticia buenísima, había recibido una beca para entrar en la Universidad de Salamanca el próximo curso, donde estudiaría y podría seguir escribiendo.
Mis padres se alegraron  muchísimo, me dijeron que vendrían a visitarme todas las veces que pudieran.

Al día siguiente, cuando paró el tren se bajaron Andrés y Ernesto, pues así se llamaban los chicos que me trajeron la información del concurso, ellos ya se habían enterado de que había ganado.

Muchas Felicidades, Miguel, nos alegramos muchísimo, dijeron ellos.
-Gracias. En Septiembre me marcharé para Salamanca, para comenzar mis estudios.
-Ya lo sabemos. Veníamos a decirte que nosotros también estudiaremos este próximo curso allí.
-¡Qué bien!, pues ya nos veremos. 

Por fin llegó el día, tenía muchas ganas de emprender mi viaje, estaba seguro de que iba a conseguir llegar a ser un escritor importante en esta vida, y para ello, pondré todo mi esfuerzo.

Marianela.

Después de la muerte de Marianela le confesaron a Pablo la verdad sobre aquel trágico suceso. El joven al oír tales palabras se quedó muy asombrado y se dijo:
-¿Por qué no supe valorarla? -balbuceó en voz muy alta.- Ella ha perdido la vida por mi culpa, debido al sufrimiento que yo le he causado. ¿Por qué he sido tan tonto? ¡Me ayudó muchísimo y lo dio todo por mí y yo he provocado su muerte!
 Pasaron los días y el recuerdo de la Nela seguía vivo en la cabeza de Pablo, que no había salido para nada de su casa ni se había atrevido a ir al sepulcro de la pobre niña. Solo salía con frecuencia de la casa para recordar y añorar los paseos que daba con Mariquilla por los bosques y los caminos que había alrededor de las minas de Socartes.  
 Un día decidió ir hacia el cementerio para poder ver el sepulcro de su querida y así poder ofrecerle un precioso ramo de flores como muestra de arrepentimiento por lo que había hecho. En su camino, al pasar por el ayuntamiento, escuchó mucho ruido y vio a una multitud de personas, pero él siguió adelante. Al llegar a su destino, para su grandísima sorpresa, ¡el sepulcro de la Nela estaba abierto y no había nadie en su interior!
-¿Que ha pasado aquí? ¿Dónde se encuentra la Nela? -gritó con gran estupor.
-Rumorean por ahí que el cuerpo de esa que hablas, de la Nela, se lo han llevado esta misma mañana unos jóvenes malhechores que lo único que quieren es hacer el mal y dañar a las personas -le respondió una señora alta y delgada que pasaba por el cementerio en aquel momento y lo había escuchado.
El joven al oír tal cosa lo primero que se le vino a la cabeza es el barullo que había antes  el ayuntamiento y pensó que podría tener algo que ver. Así que se le ocurrió correr hacia allí para ver lo que había pasado exactamente y ayudar en lo que pudiera para encontrar el cuerpo de la Nela. Al llegar al Ayuntamiento se tropezó con el gran barullo de gente que había allí, muchas más que cuando él había pasado un rato antes y, después de preguntar a un par de personas, se dio cuenta que el gran alboroto que se había formado allí obedecía a lo sucedido con Marianela que, tras su desaparición, había aparecido y se encontraba allí, delante suya, a punto de llevárselo de nuevo al cementerio.

Una vez que el cuerpo estuvo de nuevo en el cementerio, lo introdujeron en el sepulcro y se aseguraron de que estuviera cerrado perfectamente para que pudiera descansar en paz y no ocurriera ninguna otra desgracia. Todas las personas se fueron y Pablo se quedó solo en aquel lugar. Permaneció mucho tiempo al lado de la tumba de la Nela llorando y recordando momentos. Seguidamente se preguntó:
-¿Por qué? ¿Por qué tuviste que irte? -dijo con los ojos cubiertos de lágrimas y en voz muy alta, casi gritando -creo que debo de estar a tu lado estés donde estés.
 Y así pues, después de pronunciar estas palabras, sacó un puñal de su bolsillo y lo clavó en su pecho. De esta manera pudo permanecer al lado de Marianela para siempre.

Ivanhoe

    Wilfred y Rowena vivieron felices muchos años y su matrimonio se vio bendecido con numerosos hijos. Se amaban desde la infancia, y los muchos obstáculos que les habían separado durante tanto tiempo hacían que su amor fuera más intenso. Ivanhoe ocupó destacados cargos al servicio de Ricardo hasta la prematura muerte del heroico rey frente al castillo francés de Charluz. Sería, sin embargo, faltar a la verdad, si no añadiéramos que el recuerdo de la belleza y la bondad de Rebeca acudía a la mente y al corazón del hijo de Cedric con más frecuencia de lo que la hermosa Rowena hubiera deseado.

    Poco tiempo después de su boda, Rowena y Wilfred tuvieron gemelos. Críspulo y Áureo que así se llamaban los dos pequeños, eran rubios de ojos como el carbón. Además de ser valientes y luchadores como su padre, tenían la belleza de las facciones de su madre. Al cabo de tres años vino la tercera, Atilana y dos años más tarde Ivanhoe y Rowena tuvieron a la última de su familia, la más pequeña y bella de todos, Adrey.

    Cuando los dos niños tenían aproximadamente la quincena de años, Inglaterra entró en conflicto con España. A ella tuvo que dirigirse Ivanhoe como comandante de una de las tropas que el rey Ricardo había mandado.

    Allí, se encaminaron hacia Andalucía, donde encontró a la bella Rebeca que se había convertido en una gran conocida por sus facilidad de curar, gracias a los conocimientos que adquirió de la mujer judía que la cuidó.

    Una noche, hizo que Wamba fuese a buscar a Rebeca. Al llegar ésta, cenaron juntos y tras numerosas copas de vino se encaminaron hacia el dormitorio. Rebeca cuando vio las intenciones de Ivanhoe se negó, ya que éste tenía esposa pero no pudo resistirse con el amor y atracción que tenía hacia él.

    Esa misma noche, Rebeca se quedó embarazada de Wilfred pero al despertarse por la mañana él se arrepintió de lo ocurrido, aunque ya no había vuelta atrás. Al sentirse indignado de haber mancillado su nombre con una judía, decidió acusar a Rebeca de haberlo engañado con sus pócimas y conjuros.

    Se organizó un juicio donde se juzgaba la habilidad de Rebeca, pensaban que era bruja, por tanto, la acusaban de hereje. Como era de esperar lo perdió ya que la palabra de un importante guerrero y comandante de las tropas del rey Ricardo sería mucho más importante que las palabras de una pobre judía. Al cabo de declararse su sentencia, la condenaron a morir en la hoguera.


Continuación de Zalacaín el aventurero





                                     CONTINUACIÓN DEL LIBRO
                                "Zalacaín el aventurero":


          Al día siguiente de la muerte del héroe llamado Martín Zalacaín, todo el pueblo de Urbía estaba muy deprimido. Las calles estaban desiertas, las ventanas de las casas estaban cerradas, las personas que estaban en las tabernas no hablaban de nada,...
        
          El día del entierro, toda la gente se congregaba para presenciar como metían en el ataúd a Martín Zalacaíny como lo enterraban bajo tierra en el cementerio local de Urbía. Allí estaban Catalina, que se había quedado sin marido, Bautista, que no volvería a ver a su mejor amigo y a su cuñado, también estaba su amigo el extranjero que se limitaba a mirar al suelo sin decir ni una sola palabra, y su hijo que lloraba porque no vería más a su querido padre. Rosita había hecho un esfuerzo para ir a Urbía desde Logroño y Linda que también había ido a rendirle un homenaje al querido Martín Zalacaín.
        
         El féretro estaba rodeado de flores que la gente había comprado para ponérselas al lado de su cuerpo en señal de respeto y de homenaje.

         Durante toda la ceremonia, la gente estaba callada mientras escuchaban al sacerdote diciendo las palabras adecuadas para un entierro hasta que pidió que si alguien quería dedicarle unas bonitas palabras al recién fallecido. En aquel momento se levantó Bautista Urbide y dijo que él si quería decir algunas palabras. Las cosas que dijo ese hombre fueron fantásticas, la gente lloraba, se emocionaba, alucinaban,... Cuando terminó el discurso, que duró más de media hora, toda la gente se levantó, algunos secándose las lágrimas y todos empezaron a tocar las palmas. Catalina lloraba más que nunca, Ignacia intentaba calmarla diciéndole que a todo el mundo le llegaría su hora y que la hora de su marido había llegado ya.
        
         El entierro terminó, la gente se fue comentando lo que había ocurrido, sobretodo las palabra citadas por el cuñado de Martín Zalacaín. Bautista e Ignacia acompañaron a Catalina y a José Miguel a su casa. Los cuatro merendaron y Bautista e Ignacia se tuvieron que ir porque era tarde.
  
         Al día siguiente el pueblo volvió a la vida. Los niños jugaban al fútbol en las calles, la gente de las tabernas hablaban a voces y en las ventanas de las casas se veían flores y macetas.

         Había alguien que aún no estaba conforme. Esa persona era Bautista Urbide, el cuñado de Martín Zalacaín. Le extrañaba bastante que no le hubieran hecho la autopsia ni ningún tipo de verificación. Los médicos decían que había sido por la edad y por todo lo que le había ocurrido en el pasado, aunque Bautista no creía que esas eran las causas de la muerte de su cuñado y amigo, el héroe Martín Zalacaín.

        Bautista le contó a Catalina lo que pensaba y ésta también estaba de acuerdo, por lo que Bautista fue a pedir que le hicieran la autopsia a Martín Zalacaín. El médico accedió a hacerle la autopsia a Martín Zalacaín. En dos semanas le darían los resultados a Bautista y a la familia de Matín.

        Casi a las tres semanas de que le hubieran hecho la autopsia llegaron los resultados. Bautista abrió el sobre y cuando leyó el documento, se quedó tan perplejo que parecía una piedra, como un cuerpo sin vida. ¡Martín había sido asesinado! No solo eso sino que había sido envenenado. Los que estaban presentes se preguntaban que por qué y quién había sido el que había asesinado a Martín Zalacaín.

        Un mes después de buscar pistas y de indagar, encontraron que Carlos Ohando trabajaba con mercurio, que era el veneno con el que había matado a Martín Zalacaín. La policía buscó y encontró a Carlos Ohando. Al final se había hecho justicia. El cuerpo de el héroe Martín Zalacaín podía descansar en paz.

         Un año después, hicieron una escultura de Martín Zalacaín en honor hacía su persona.



                                                        FIN

Marianela.

Tras la muerte de Marianela, Florentina y Pablo estuvieron viajando durante tres años por muchos países.

Al cabo de un tiempo, Florentina y Pablo tuvieron dos hijos, no sabían cómo llamarles, por eso optaron por la opción de ponerle a una 'Nela' y al otro 'Teodoro'; Nela en reprentación de Marianela ya que a Florentina le había importado mucho, y Teodoro en representación de Teodoro Golfín que le había devuelto la vista a Pablo. 
Al año de que nacieran los pequeños, Florentina tuvo que viajar a Estados Unidos por temas de trabajos y decidió llevarse a Nela y a Teodoro. 

Mientras que los tres estaban por Estados Unidos, Pablo empezaba a sentirse día tras día cansado, la vista se le nublaba, le entraban mareos, no podía dormir... Esto empezó a asustarlo realmente.
Un día se levanta con la desgraciada sorpresa de que volvía a ser ciego, no veía nada, todo era negro y a veces blanco. 
-No veo, ¡oh, dios, me hiciste ciego y ciego moriré! ¿Por qué me devolviste la vista y ahora me la has vuelto a robar? ¿Merezco esto? Ahora que yo empezaba a ser feliz, vas a y me robas también la felicidad..- Dijo Pablo llorando, inundado en lágrimas, sin saber qué hacer. 
Seguidamente de esto cogió el telefóno con la intención de llamar a Florentina, pero se sentía tan mal e inútil que prefirió no contarle nada hasta que ella llegase y lo notase, y así también sería mejor para ella y no arruinarle los temas de trabajos. 
Pablo pasaba los días solo, llorando, preguntado el por qué le había tocado vivir todo lo que estaba viviendo, a penas comía y no se relacionaba con el mundo... 

¿Tan grande era su tristeza? Pues sí, el quería ser feliz, y cuando lo estaba siendo vuelve a perder la vista. Sabía perfectamente que ciego no iba a encontrar la felicidad ya que lo había vivido anteriormente, no quería ver que sus hijos crecían y el no iba a poder verlos...
La única solución que el encontraba era matarse, así no sufriría más. Cogió un puñal y se lo clavó. 


Un mes después, Florentina regresó de Estados Unidos. Había dejado a Nela y a Teodoro allí en Estados Unidos con unos amigos. Florentina quería que sus hijos viviesen allí y así lo hizo. 

Cuando Florentina entró y vio que la casa estaba sucia, desordenada, y Pablo en el suelo, lleno de sangre y el puñal clavado en el corazón, se quedó pasmada, anonadada, pálida, sudorosa, nerviosa, tiritando. Florentina desconocía la causa por la que se había matado, seguido esto se sentó a su lado, dándole besos en la cara, tortas en la cara a ver si respondía, pero no, era imposible, Pablo estaba muerto. 

-No puedo seguir esta vida sin ti, Pablo. Quiero estar siempre a tu lado, no puedo dejar que te vayas y yo aquí, sola, echándote de menos toda la vida... Me mataré, me mataré para estar contigo, juntos. 
Florentina cogió el mismo puñal con el que Pablo y cuando se lo iba a clavar entró por la puerta uno de sus criados, este impidió que Florentina se clavase el puñal. 

Unos días más tardes, en los que Florentina no había parado de llorar, fue el intierro de Pablo, ordenó y limpió la casa, su criado le propuso que se fuese a Estados Unidos de vuelta y hiciese allí una nueva vida con sus dos hijos. 
Florentina, tras estar unos días pensando en la respuesta, aceptó.
Tenía una vida por delante junto con sus dos hijos, entonces ella, hizo todo lo necesario por regresar a Estados Unidos.
Un mes después, allí estaba Florentina, viviendo con sus hijos y trabajando. Y, sobre todo, echando de menos a su marido y pasando los días llorando. 
                          














































Continuación de Zalacaín el aventurero.

 Han pasado varios días de la muerte de Martín, la Ignacia, su hermana, casi ni come ni habla. Mientras que Bautista la intentaba animar contando sus aventuras, o llevándola a dar un paseo por Zaro. Ella no mejoraba y Bautista estaba muy preocupado. Un día, estaba tan preocupado, que llamó al médico de la zona.

-Bueno, quién se encuentra malo en esta casa- Dijo el médico con su voz ronca.

-Mi mujer, la pobre, no come ni habla desde que murió su hermano, Martín- Contestó llevando al médico a la habitación donde estaba encerrada la Ignacia.

-Buenos días, señorita, ¿ Cómo se encuentra usted?- Le preguntó amablemente el médico.

-Mal- Fueron las palabras de la Ignacia.

-Cariño, este señor es un médico que viene a curarte- Mencionó Bautista.

-Claro, por favor, llamarme Pedro- Mientras decía esto sacaba sus instrumentos de médico.

-Por favor, iros de aquí, que quiero estar sola- Dijo mientras se echaba al lado de la cama contrario a Bautista y Pedro.

-Venga, no seas así con el invitado- Decía esto mientras intentaba que la Ignacia se pusiera de pie.

- Perdone, Bautista, pero tendrá que irse. Ya que lo que voy a hacer no puedes estar presente- Dijo mientras sacaba a Bautista.


  Las minutos pasaban y de dentro de la habitación no salía ningún ruido. Bautista no podía con tanta presión así que salió a dar un paseo.

  Justamente cuando salía por la puerta se encontró a su vecino. Este era un apuesto joven de unos 23 años aproximadamente, alto y moreno. Tenía el pelo muy largo, incluso le llegaba hasta las piernas. Siempre llevaba puesto la ropa que le dio su abuelo, porque decía que le daba suerte. El joven se llamaba Juan.

-Buenos días- Dijo Juan alegremente

-Buenos días- Contestó Bautista totalmente entristecido.

-Bautista,  por qué estas tan triste hoy?- Le preguntó interesado.

-Bueno, mi mujer, ha empeorado y he tenido que llamar al médico- Le contestó animándose.

-Mentira, aquí no hay médico alguno, solo hay uno en la ciudad más cercana, que no me acuerdo del nombre. Y jamás ha venido por aquí- Dijo esto con total seguridad.

-Si, el me ha dicho que es médico. Es un chaval muy joven, incluso más que tú, fuerte, delgado y un poco alto. Pues ahora que lo dices, los médicos suelen ser más mayor- Mencionó preocupado.

-Ese chaval que mencionas, ¿ tenía alguna característica fuera de lo común? es decir, que si cojeaba, tenía una cicatriz, un dedo menos...

-Sí, le faltaba un trozo de la mano izquierda y medio cojeaba de la pierna derecha.

-Pues sí, ya se quién es- Dijo mientras pensaba un poco- se llama Pedro y le conocen como ''cinco dedos largos'', es decir ladrón.

-Entonces, ¿ He dejado a mi mujer con un ladrón? Ambos solos con mi hija recién nacida...- No le dio tiempo a terminar la frase, cuando estaba dentro de su casa con su amigo detrás.

 Cariño, cariño. Decía Bautista sin ninguna respuesta. Su miedo aumentada en cada momento. Entró en su habitación. Allí la vio. Amordazada en la cama, medio desnuda. Casi se ahogó de tanto sollozos. Pudo ver al ladrón intentando salir de la casa por la ventana, que daba a su huerta. Juan y Bautista salieron detrás de él.

Aunque era cojo de una pierna, corría mucho. Bautista tenía varios naranjos crecidos y el cojo aprovechó esto para meterse por ahí y poder escaparse. Se subió al árbol más poblado de hojas que vio. Aguantó varias horas allí arriba, con varias joyas en sus bolsillos. Cuando creyó que todo estaba despejado, bajó. Al bajar se dio con una rama en la cabeza, quedando inconsciente durante varias horas.

Tuvo mucha suerte, donde se escondió era el final de la gran huerta de Bautista, así que cuando despertó, todavía estaba allí. Pudo escapar, aunque estaba muy mareado. Mientras, Bautista intentaba consolar a su mujer, pobrecita. Solo han pasado dos semanas de la muerte de su hermano y la han violado. Ella ya no podía comer por ella misma, ni beber.


Bautista, intentó buscar al ladrón por todo el pueblo, no pudo encontrarlo.


Era casi el aniversario de la muerte de Martín, quedaban cinco días para esto. Había pasado mucho tiempo desde la violación de su hermana, pero él no dejaba de buscarle. Bautista salió para despejarse, cuando de repente vio al ladrón. Este pensó en seguirle. Observó que vivía en una especie de cueva. Era perfecto para su venganza.


 Llamó a varios amigo y, todos con sus fusiles, entraron en aquella cueva disparando a todo ser viviente. Ese agujero era aún más peligroso que la guerra. Los disparos eran continuos y no cesaban, cuando no disparaban tiraban de todo, explosivos, piedras... Los amigos de Bautista cayeron poco a poco  hasta que solo quedaba Juan y Bautista. Bautista tuvo uno idea. Aguantaría el masivo ataque y cuando recargaran, se pondría los explosivos en el pecho y mataría a toda la escoria del pueblo. Moriría el héroe y ladrones. Bautista se retiró un poco cuando estaba lo suficientemente lejos sonó una gran explosión.


Él pudo salir, pero su amigo no.

Ya era el aniversario de la muerte de Martín, la Ignacia no había probado comida desde algunos días, y con una herida, cayó al suelo, muy mala. No podía hacer nada, no tenía fuerza. Murió el mismo día que su hermano. Bautista no sabía que pensar, había muerto su mejor amigo, su vecino y su mujer. Solo le quedaba sus tierras.

Cuando iba camino a su casa, vio humo. Él pensó que era en su casa, y para no verla, se suicidó, no pudo aguantar tanto dolor, en tan poco tiempo. Su casa estaba intacta, sus tierras más crecidas que nunca, y el humo, era la cueva que salía el gran humo de la victoria de Juan.

Continuación: Sherlock Holmes.


SHERLOCK HOLMES.


Sherlock Holmes se dirigía corriendo a una capilla de Londres, donde estaba Lord Blackbur. Por otra parte iban también en un carro tirado por caballos el jefe de la interpool Lestrade y el doctor Watson. Holmes llegó antes que los demás y vio a Blackbur hechizando a una mujer y con un cuchillo a su lado a punto de clavárselo ella misma, estaba embrujada. Pero el detective pudo impedirlo a tiempo. Llegó un poco más tarde Lestrade con todos sus agentes para detener al brujo.
Lord Blackbur estuvo encarcelado días hasta el día de su muerte en la horca. Y tan solo necesito dos días para causar pánico entre los demás presos. 
Ya en el día de su horca, con la soga ya en el cuello, fue curioso las últimas palabras que Blackbur dijo antes de su muerte: “La muerte no es más si no el principio”.
Así que por temor lo ahorcaron rápido. El mismo doctor Watson afirmó su muerte.

Pasaron 2 meses de su último caso y Holmes no salía de su casa para nada y además, no dejaba de inventar cosas. Esto no le gustaba nada al querido Watson y a la criada, la señora Hatson.
Hasta que un día llegó un oficial de la interpool citando a el doctor y al detective en el cementerio. Una vez estando allí vieron la tumba de Blackbur saboteada y el hombre del cementerio traumatizado de haber visto supuesta mente al hechicero caminar. El caso que creían terminado, simplemente había comenzado, tal y como dijo Lord Blackbur.

Sherlock Holmes empezó a investigar sobre el caso con la ayuda de su amigo, el doctor Watson. Comenzaron por ir a la casa de uno de los que trabajaba para Blackbur, el enano pelirrojo. Estuvieron investigando en aquella casa, pero llegaron unos hombres mandados por Blackbur. Empezaron a pelear y finalmente Holmes y Watson vencieron.

Cada vez se acercaban mas a Blackbur, pero las pistas que habían encontrado lo conducían al matadero. Al ir al matadero, encontraron a Mery, la mujer a la amada de Sherlock Holmes. Estaba colgada por cadenas en una cinta que se dirigía a una sierra. Además también estaba allí el hechicero Blackbur. Pudieron conseguir soltar a Mery, aunque con esfuerzo. Iniciaron la carrera hacia Blackbur que huía en barco pero les tendió otra trampa, barriles de pólvora que incendió y a todos los cogió en esa zona y por sorpresa.

El más afectado fue el doctor Watson que rápidamente fue ingresado en un hospital y el inspector se fue a un hostal, porque uno de los gobernadores de Londres que trabajaban para Blackbur pedía a Sherlock.
En el hostal tuvo tiempo de pensar todo el caso, toda la brujería de Blackbur...etc. Según Sherlock Holmes todo tenía su explicación.

El inspector Holmes, tuvo tiempo de averiguar cuál sería y donde el próximo paso del hechicero. Sería en el parlamento de Londres. Antes de marcharse del hostal llegaron Mery y Watson que iban a acompañarle. Salieron del hostal y se montaron en un barco que los llevaría hasta la entrada de las cloacas del parlamento.
Cuando llegaron habían hombres vigilando una máquina. Ese aparato era el que iba a llenar de gas todo el parlamento y mataría a todos los gobernadores que no estuviesen con el lord Blackbur. Pero Sherlock Holmes, el doctor Watson y Mery pudieron parar la máquina y extraer el motor donde estaba lo peligroso, los gases tóxicos.

Mery arrancó el motor y corrió fuera de las cloacas pero se equivocó de caminó y fue hacía el puente de Londres, que estaba en construcción y por lo tanto no estaba terminado. Sherlock Holmes fue tras ella. Además de Holmes también iba tras ellos el Lord Blackbur, que quería vengarse por haber fastidiado su plan.
La mujer tuvo que dejar su carrera, porque el puente se cortaba y le faltaba un trozo y no podía seguir por lo que el detective pudo atraparla y quitarle el motor. Entonces Blackbur cogió por sorpresa a los dos y saltó desde arriba para empujar a la mujer hacía el rió, pero por suerte calló en un trozo de madera del puente. La lucha entre Sherlock y Blackbur comenzó, pero gracias a la inteligencia de Holmes, al brujo se le enganchó una cuerda en el pie que tiraba de él hacía abajo pero consiguió agarrarse a una tabla. Estando así, Sherlock Holmes explicó al Lord cada pasó y cada brujería, que no era brujería, si no soborno y astucia. Blackbur quedó sorprendido y Holmes decidió liberarlo y cortar la cuerda. Holmes le dijo:
-Primero, se hará saber todos tus trucos y haremos que la gente te vea tal y como eres.
-Luego, y esta vez si, serás ahorcado sin ningún truco.
Pero Blackbur se opuso e intentó clavar una navaja al detective pero este lo esquivó y Blackbur cayó a muchas cadenas que había más abajo y Sherlock tiró de una de ellas y Lord Blackbur quedó ahorcado en el puente de Londres.

Toda la ciudad se informó de todo este caso que tanto los había asustado. Y también Lestrade hizo saber que el detective Sherlock Holmes y el doctor John Watson, pudieron con Lord Blackbur. De nuevo Sherlock Holmes había triunfado en otro de los muchos casos que ya había resuelto.

Continuacin memorias de una vaca.



Despúes de dormir tres o cuatro horas en el fresquito césped del jardín, desperté muy tranquila, tras las sociegadas palabras de soeur Bernadette.
-escucha, hija mía, no terminarlo,¿ acaso no es adecuado correcto y conveniente rematar tus memorias? -me dijo El Pesado, -¿es que no me vas a dejar descansar? Esta incansable voz, no se dá cuenta que estoy agotada de recordar.
-Pero hija mía, no es correcto dejar tu vida ahí cortada de buenas a primeras, como dice el refrán:

"Yedra que no se pega al muro, tiene mal futuro.”

Esta maldita voz de mi interior casi siempre lleva razón, -¿cómo voy a dejar descolgada mi vida?. Debo seguir escribiendo mis memorias, agarrarlas muy bien al muro de mis vivencias.
-Maís, Mo, otra vez cest pensativa.
-Si, mi Angel de la Guarda como tu lo llamas, me ha aconsejado que siga con mis memorias.
-¡Oh la la trés bien adelante!


Eso mismo que acaba de decir Baulina, fué lo que nos dijo la hermana superior, cuando llegamos aquel día amaneciendo, pidiendo que nos dejara entrar en el convento. Paulina Bernadette que cuando se pone hablar no para , se llevo veinte minutos dándole explicaciones, motivos y deseos de porqué nos debía dejar de vivir en ese convento. No sé si la madre superioras nos dejó entrar para que Paulina se callará o porque de verdad le habian convencido sus palabras, el caso es que dijo:
  • ¡ Oh la la, trés bien, adelante!
  • Entramos en aquel convento y la verdad era un lugar apacible, tranquilo, silencioso, solo se escuchaban los pajaríllos. Los primeros días estuvimos un poco raras, Paulina venía a verme cada vez que podía y poco a apoco se fué haciendo lo encargada del establo, de las gallinas, de los árboles frutales, así que, estábamos juntas practicamente todo el día.
  • Mi vida en el convento fué maravillosa, Paulina me cuidaba mucho, pero yo no era una vaca tonta, pues aparte de comer y dormir tambien tenia mi tarea particular, que era proteger a Paulina y el convento de los malechores que se acercaban, que no eran pocos.
  • Recuerdo un día muy difícil para mí.
  • Era un día de verano, hacia mucha calor, yo estaba echada a la sombra, cuando de repente escuche una trapatiesta muy grande.
  • Paulina Bernardette le había abierto la puerta al panadero cuando de pronto se coló en el convento una blanca negra dándole un buen trompazo al panadero, no e dió tiempo de reaccionar cuando ví a soeur Bernadette con un biergo en la mano acechando aquella vaca .
  • ¡Oh no ! Paulina no.
  • Cállate Mo, es una vaca brava, no has visto como ha envestido al pobre panadero.
  • No, soeur Paulina es mi amiga
  • ¿Tu amiga?
  • Si, es la Vache que riet
  • ¿Pero cómo? ¿estás segura?
  • Paulina se dejo de ir, yo le había hablado mucho sobre La Vache.
  • Vache ¿que haces?
  • Mo, he venido a rescatarte
  • ¿A rescatarme? Pero si yo estoy aquí por mi propia voluntad.
  • Pero Mo, después de mucho pensar en el monte yo pensé que tu eras una vaca inteligente.
  • Y lo soy. No soy una vaca tonta. Muy bien dicho-hija mía- apareció el Pesado, mi voz nunca aparecía cuando estaba recordando para escribir , sólo aparecía en situaciones indecisas como está
Estuve hablando con la Vache durante todo el día, fue genial, La Vache me admiraba. Pasé de ser una vaca tonta a ser una vaca muy lista, para ella. Pasó unos días en el convento, pero su voz salvaje le decía que tenía que salir de allí. Así lo hizo una mañana bien temprano, al abrirle la puerta al panadero, salió tranquilamente y se fué. Estuve unos días muy triste pero muy tranquila porque porque La Vache estaba orgullosa de mí.
Fueron pasando los días y llegó el invierno la pobre Paulina cogió la gripe ese invierno, estuve muy sola fué cono pasar un desierto. Gracias a Dios, al pasar un desierto. Gracias a Dios, al llegar al primavera, ya paulina se encontraba mejor, pero, ahora soy yo la que se encuentra mal, me siento muy cansada, me cuesta mucho recordar, de verdad, no puedo seguir escribiendo, tengo que darme un tiempo.
  • Si hija mía , es suficiente descansa y disfruta del buen tiempo.
No me lo podía creer, era la primera vez que El Pesado me daba la razón.

CONTINUACIÓN DEL LIBRO “LA LLAMADA DE LA SELVA"



        
Pocos años después de que “Buck” sintiera la llamada de la selva y se hiciese un perro solitario, las cosas cambiaron mucho por la zona. Llegaron los hombres al bosque. Venían a talarlo, para construir chozas de madera y hacer pueblos.

Cuando llegó el invierno regresó la manada de lobos, como todos los años, y “Buck” se unió a ellos para ver que estaba pasando, pero ya era demasiado tarde. Los hombres habían talado gran parte del inmenso bosque que los acogía en esta estación tan dura, y todo estaba lleno de chozas.

“Buck” no sabía qué hacer, estaba desconcertado, perdido. No podía echar a los humanos, eran más, y tenían armas. Pero no quería seguir en ese lugar que ya no reconocía. Así que no tuvo más remedio que salir de allí y dejar a la manada, a la búsqueda de un nuevo lugar para vivir.

Estuvo algún tiempo caminando hacia el norte, sin rumbo fijo. Poco tiempo después llegó a un valle, en la que vivía una gran manada de lobos. Como ya estaba acostumbrado a tratar con los lobos buscó al macho alfa, para pedirle que si podía vivir allí.

          Una vez lo hubo encontrado éste le dijo que no, que no era un lobo sino un perro, y que se tenía que marchar. Pero “Buck” no iba a aceptar esa negativa. Le retó a un duelo en el que el que ganara sería el nuevo líder de la manada, y el otro se tendría que marchar.

            Se formó un circulo y en medio los dos, dando vueltas, hasta que el líder de la manada saltó hacia Back. Él lo esquivó; entonces “Buck” le mordió en la pata. Cuando el líder se levantaba poco a poco, “Buck” le envistió. Se dio la vuelta, y en ese momento el líder le saltó al cuello. “Buck”  se retorció en el suelo para quitarse al otro de encima. En un momento en que los dos estaban apoyados en el otro a dos patas el líder le arañó el ojo. “Buck” olía su propia sangre, y le devolvió otro arañazo, pero en este caso fue letal, y le rajó el cuello.

Allí estaba el líder, desangrándose delante de toda su manada, y Buck mirando a los que serían su nuevo grupo. Pero no le dio tiempo de nada ya que, justo en ese momento, se escucharon muchos disparos.

Eran los hombres, que silenciosamente se habían acercado a los lobos mientras estaban en el duelo. Empezaron a hacer una masacre. “Buck” salió corriendo y mató a 4 humanos mientras huía; corrió y corrió sin parar, hasta que no pudo más. Llegó a un lago y allí pasó la noche.

            A la mañana siguiente “Buck” tenía mucha hambre,  así que fue a cazar. Se encontró un pequeño campamento de 7 hombres; silenciosamente cogió la comida de los hombres,  y salió corriendo. Uno de los hombres lo vio y le disparó. La bala le atravesó la pata izquierda trasera.

“Buck” huyó, pero dejo un rastro de sangre. Sabía que como algún lobo lo oliese iría en su busca para matarlo. “Buck” sabía que igualmente no le quedaba mucho tiempo, estaba moribundo. Entonces vio la gran montaña detrás del bosque. Quería ir allí antes de morir.

No estaba muy lejos de la montaña cuando sintió unos ruidos cerca de él. Era un lobo. “Buck” se escondió, y cuando el lobo estaba desprevenido le saltó al cuello y lo hirió mortalmente. Así pudo seguir su camino.

“Buck” estaba débil y le costaba subir la montaña, pero siguió adelante. Una vez en la cima, esperó a que el sol se pusiese. Cuando llego la noche, sabiendo que nunca más despertaría, se tumbó, cerró los ojos, y durmió.

Efectivamente, nunca más se levantó.