-¿Por qué no
supe valorarla? -balbuceó en voz muy alta.- Ella ha perdido la vida por mi
culpa, debido al sufrimiento que yo le he causado. ¿Por qué he sido tan tonto?
¡Me ayudó muchísimo y lo dio todo por mí y yo he provocado su muerte!
Pasaron los días y el recuerdo de la Nela seguía vivo en la cabeza de Pablo, que no había salido para nada de su casa ni se había atrevido a ir al sepulcro de la pobre niña. Solo salía con frecuencia de la casa para recordar y añorar los paseos que daba con Mariquilla por los bosques y los caminos que había alrededor de las minas de Socartes.
Un día decidió ir hacia el cementerio para poder ver el sepulcro de su querida y así poder ofrecerle un precioso ramo de flores como muestra de arrepentimiento por lo que había hecho. En su camino, al pasar por el ayuntamiento, escuchó mucho ruido y vio a una multitud de personas, pero él siguió adelante. Al llegar a su destino, para su grandísima sorpresa, ¡el sepulcro de la Nela estaba abierto y no había nadie en su interior!
-¿Que ha pasado aquí? ¿Dónde se encuentra la Nela? -gritó con gran estupor.
-Rumorean por ahí que el cuerpo de esa que hablas, de la Nela, se lo han llevado esta misma mañana unos jóvenes malhechores que lo único que quieren es hacer el mal y dañar a las personas -le respondió una señora alta y delgada que pasaba por el cementerio en aquel momento y lo había escuchado.
El joven al oír tal cosa lo primero que se le vino a la cabeza es el barullo que había antes el ayuntamiento y pensó que podría tener algo que ver. Así que se le ocurrió correr hacia allí para ver lo que había pasado exactamente y ayudar en lo que pudiera para encontrar el cuerpo de la Nela. Al llegar al Ayuntamiento se tropezó con el gran barullo de gente que había allí, muchas más que cuando él había pasado un rato antes y, después de preguntar a un par de personas, se dio cuenta que el gran alboroto que se había formado allí obedecía a lo sucedido con Marianela que, tras su desaparición, había aparecido y se encontraba allí, delante suya, a punto de llevárselo de nuevo al cementerio.
Una vez que el cuerpo estuvo de nuevo en el cementerio, lo introdujeron en el sepulcro y se aseguraron de que estuviera cerrado perfectamente para que pudiera descansar en paz y no ocurriera ninguna otra desgracia. Todas las personas se fueron y Pablo se quedó solo en aquel lugar. Permaneció mucho tiempo al lado de la tumba de la Nela llorando y recordando momentos. Seguidamente se preguntó:
Una vez que el cuerpo estuvo de nuevo en el cementerio, lo introdujeron en el sepulcro y se aseguraron de que estuviera cerrado perfectamente para que pudiera descansar en paz y no ocurriera ninguna otra desgracia. Todas las personas se fueron y Pablo se quedó solo en aquel lugar. Permaneció mucho tiempo al lado de la tumba de la Nela llorando y recordando momentos. Seguidamente se preguntó:
-¿Por qué? ¿Por qué tuviste que irte? -dijo con los ojos cubiertos de lágrimas y en voz muy alta, casi gritando -creo que debo de estar a tu lado estés donde estés.
Y así pues, después de pronunciar estas palabras, sacó un puñal de su bolsillo y lo clavó en su pecho. De esta manera pudo permanecer al lado de Marianela para siempre.
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