domingo, 1 de junio de 2014

Continuación de: No pidas sardina fuera de temporada.

Han pasado ya cinco meses desde el suceso. Sigo aquí, pensando en Clara, y recordando el último segundo que estuve a su lado como si fuese ayer. Cuando todos se enteraron de que averigüé el caso de Elías, vinieron a pedirme ayuda. Estos últimos meses hemos tenido mucha clientela. Nos han encargado todo tipo de investigaciones, las más raras que os podáis imaginar. María y yo hemos hecho algunas reformillas en nuestro despacho.
 
Una noche, estaba contando el dinero que habíamos ganado esa semana, me concentré mucho para no perder la cuenta, cuando de repente llamaron a la puerta del despacho. Guardé el dinero en un cajón y fui a abrir. Allí estaba, con su melena rizada y sus ojos azabache mirándome fijamente.
 
-¡Clara!- le dije.
 
Ella echó a llorar y puso su cabeza sobre mi hombro, en ese momento me sentía muy nervioso. Intenté tranquilizarla para que pudiera contarme qué le ha pasado.
 
-Mi madre me ha echado de casa- me contó.
 
-¿Por qué ha hecho eso?-.
 
-Un día, volvía yo del instituto, al llegar a casa subí las escaleras y, habitualmente, no hay nadie, ya que mi madre trabaja y su novio también, pero ese día él salió antes. Vi la luz encendida, así que miré con cuidado, y descubrí que mi padrastro estaba besando a otra. Él no se dio cuenta, bajé las escaleras y salí sin hacer ruido. Me escondí detrás de un coche, esperando a que saliera la chica. Cuando salió, esperé un poco y decidí entrar. Estaba muy nerviosa, así que me encerré en mi cuarto a esperar a mi madre. Mi madre llegó y se lo conté todo, pero no me creyó. Llevo una semana intentando hacer que me crea, pero no hay manera. Finalmente, hoy se ha enfadado mucho, me ha dicho que no me entrometa entre ella y su pareja, y me ha echado de casa- me explicó- por eso he decidido en recurrir a ti, quiero que cojas tu cámara e intentes descubrir a mi padrastro. Escóndete en mi cuarto o algún lugar, pero quiero que le hagas una foto juntos, para enseñársela a mi madre y que por fin me crea-.
 
Se lo conté a María, cogí varias cámaras y nos montamos en un tren hacia la casa de Clara. Esa noche, los padres de Clara estaban cenando en un bar, por tanto, entramos en su casa y colocamos pequeñas cámaras por toda la casa, para ver si le pillamos in fraganti. María y yo esperamos en la parte trasera de la casa, pero Clara entró. Esperamos una hora y media, cuando de repente oímos un coche, María se asomó, y vio a los padres de Clara. Solo bajó su madre del coche. Volvimos rápidamente a nuestro barrio, para no preocupar a nuestros padres.
 
A la mañana siguiente, como era sábado, no tuvimos instituto, así que nos dirigimos a la casa de Clara muy temprano. Llamamos a la puerta y Clara abrió.
 
-Clara, ¿por qué fue sola tu madre a casa anoche?- pregunté.
 
-A mi me extrañó mucho, se lo pregunté a mi madre y me dijo que su madre estaba en el hospital y se iba a quedar dormir con ella para hacerle compañía- nos explicó.
 
El lunes siguiente, después del instituto, volvimos a la casa de Clara, ella también volvía del instituto, nos contó que ayer se fue con su madre, y que su padrastro se quedó en casa porque estaba enfermo. La madre de Clara estaba trabajando y llegaba a la noche, pero él seguía en casa enfermo, así que no pudimos ver las grabaciones de las cámaras. De repente, mientras hablábamos, giró el pomo de la puerta, nosotros nos agachamos rápidamente y nos escondimos tras un coche. Salieron su padrastro y una señora rubia lo acompañaba, se despidieron con un beso.
 
-Rápido, saca la cámara- me dijo Clara-.
 
 Saqué la cámara e hice la foto, pero tuve la mala suerte de que el flash estaba activado, y el hombre se dio cuenta de la luz. Despidió a la mujer y se dirigió rápidamente hacia donde estábamos. Me pidió el carrete, y lo hizo añicos, seguidamente se marchó. Clara se echó a llorar.
 
-Nunca conseguiré demostrarle la verdad a mi madre- decía.
 
Entonces metí la mano en mi bolsillo y saqué el carrete con la prueba de infidelidad. A Clara se le iluminaron los ojos. Fuimos rápidamente a revelar el carrete, acto seguido Clara nos dirigió con mucha prisa hacia donde trabajaba su madre, y le enseñamos la foto. La madre de Clara empezó a llorar y abrazó a su hija. Clara no volvió a saber nada más sobre el ex-novio de su madre.
 
Justo antes de coger el autobús de vuelta a nuestro barrio, Clara me dijo que esperara y, me propinó tal beso que me quedé sin respiración. 

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