Seis años pasaron, seis largos años. Seis años en los que cada noche soñaba con que aquella bestia marina venía a por mi y me arrastraba con ella hasta las profundidades. Cada noche que pasaba era como David ante Goliat, un repugnante hombre solo en el mundo. Y fue así, cuando entonces, decidí escribir mis memorias marinas.
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Me llamo Herman Melville, soy un ciudadano de los Estados Unidos. Por casualidad me acabo de encontrar estas memorias de un arponero que por lo escrito en el libro y lo leído por mi persona, hace ya mucho que debería haber muerto.
El protagonista en ningún momento dice quién es en realidad, así que lo tomaré por anónimo. Por lo poco que llevo leyendo, nos relata las hazañas que tenía a diario contra ballenas, cachalotes y en alguna que otra ocasión hasta con el mismo diablo (su capitán Ahab).
Me resulta muy interesante la importancia que le daba ese tal Ahab a la caza de esa monstruosa ballena. ''Si te arrancó la pierna de un bocado, ¿para qué quieres perseguirla? ¿acaso quieres acabar con tu vida?'', estas preguntas me las hago a diario, cada vez que leo algunas páginas. Por mucho que intente buscar un razonamiento no lo encuentro, no lo hay.
Cada palabra que leo es como si estuviese allí, en aquel barco, infectado de un olor repugnante e infectado de ratas a las que se les llama hombres. No entiendo la razón por la cual los hombres no se amotinaban contra el capitán, las condiciones en las que los mantenía eran inhumanas.
Algo me dice que no he encontrado este libreto lleno de faltas de ortografía por casualidad. Este último año no me ha ido muy bien escribiendo, Dios me ofrece su ayuda y creo que aquí hay suficiente material como para destruir a tres como Moby Dick.
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