ACTO CUARTO.
(Dionisio se monta en el coche, viendo por la ventana a Paula, que lo está viendo por el balcón con lágrimas. De repente, Dionisio se baja del coche...)
Dionisio. ¡Paula, cariño mío, no me dejes ir, yo te quiero, te quiero tanto que voy a dejarlo todo por tí!
Paula. ¡Dionisio, por favor, no digas esas tonterías! Súbete al carro, Margarita te espera en el altar, os queda una larga vida por delante, por disfrutar...
Dionisio. No, Paula. ¿No entiendes que te quiero y que no puedo casarme con ella pensando en ti?
(Paula baja por el ascensor hacia donde está Dionisio. Se encuentran los dos, cara con cara y Dionisio se lanza. Beso duradero y dulce.)
Paula. Vamos, vamos a la iglesia a comunicarle a Margarita que estás enamorado de mi y que no os vais a casar. No la puedes dejar tirada, Dionisio.
Dionisio. Está bien, Paula, vamos. Pero, después de esto, nos largaremos de esta ciudad, muy lejos los dos, dónde nadie nos vea y dónde nadie se meta entre nosotros.
Paula. Eso está hecho, cariño. ¡Vamos!
(Se montan los dos en el coche hasta llegar a la iglesia. Al llegar se bajan los dos y se sitúan en la puerta por dónde tiene que pasar el novio. Todos los invitados mirando hacia atrás, viendo a Dionisio y a Paula cogidos de la mano.)
Dionisio. Margarita, no puedo casarme contigo. Tú amor no es correspondido con el mío, no puedo hacerte daño. No nos podemos casar, esta bella mujer me ha enamorado en tan solo un día y ahora nos vamos, nos vamos muy lejos.
Don Sacramento: ¡Qué imbécil! Con que la tipa esa era la que estaba debajo de tu cama en la habitación del hotel, eh... ¿Creías que no le había visto? ¡Já! Seré mayor, pero no tonto.
Margarita. (Llorando, nerviosa y sin saber qué hacer ni qué decir) ¡Vete, vete de mi vista! ¿Cómo me has podido engañar de esta forma, Dionisio? Creía que me querías, confiaba en ti, pero visto lo visto... ¡FUERA! ¡Vete! ¡Corre, corre con ella!
Dionisio. Creía que estaba enamorado de ti, pero no, esta mujer me ha abierto los ojos y me alegro. Adiós Margarita, adiós Don Sacramento, adios....
(Se montan los dos en el coche besándose como nunca antes lo habían hecho.)
Dionisio. ¿Sabes? Estoy muy feliz de estar aquí, contigo... ¿A dónde vamos?
Paula. Lejos, vayámonos lejos. Siempre y cuando sea a tu lado no me importa.
Dionisio. Tengo unos ahorros, lo que nos puede servir para irnos muy lejos de aquí. ¿Qué te parece?
Paula. Yo también tengo unos ahorros, pero están en el hotel.
Dionisio. Vamos, yo cogeré mis cosas y tu tus ahorros y luego nos iremos muy lejos.
Paula. Vamos.
Dionisio. Pensándolo bien... no debemos de ir. Si vamos, Buby, te pegará de nuevo. ¡Larguémonos ya!
Dionisio. Pensándolo bien... no debemos de ir. Si vamos, Buby, te pegará de nuevo. ¡Larguémonos ya!
Paula. Sí, tienes razón, vayámonos, no quiero ver al negro ni en pintura.
Dionisio. Allá vamos, mi vida. Te quiero, te quiero muchísimo.
Paula. Yo también cielo. ¿Puedo contarte algo y me prometes que no te enfadarás?
Dionisio. Lo prometo, pero si me afecta mucho, me enfadaré.
Paula. ¿Recuerdas a la fiesta que te invité? Pues estaba todo organizado por Buby, para que nosotras, las bailarinas, emborrachásemos a los huéspedes y así quitarles el dinero y todas las joyas que tenían. Pero contigo fue diferente, en realidad, no quería, estaba enamorada de ti.
Dionisio. No pasa nada. Rectificar es de sabios. Yo te mentí al decir que nunca me había besado con Margarita. Dejemos a un lado todo el pasado y hagamos una bonita vida juntos. Paula. Está claro, te quiero.
Dionisio. Allá vamos, mi vida. Te quiero, te quiero muchísimo.
Paula. Yo también cielo. ¿Puedo contarte algo y me prometes que no te enfadarás?
Dionisio. Lo prometo, pero si me afecta mucho, me enfadaré.
Paula. ¿Recuerdas a la fiesta que te invité? Pues estaba todo organizado por Buby, para que nosotras, las bailarinas, emborrachásemos a los huéspedes y así quitarles el dinero y todas las joyas que tenían. Pero contigo fue diferente, en realidad, no quería, estaba enamorada de ti.
Dionisio. No pasa nada. Rectificar es de sabios. Yo te mentí al decir que nunca me había besado con Margarita. Dejemos a un lado todo el pasado y hagamos una bonita vida juntos. Paula. Está claro, te quiero.
(Suena la alarma y, seguidamente, Don Rosario aporrea la puerta. Dionisio se despierta, todo ha sido un sueño.)
Don Rosario. ¡Arriba, campeón! Ya llegó el día. A prepararse que en una hora está aquí el coche.
Dionisio: Ya desperté, déjeme solo que yo me preparo y cuando termine, bajo.
(Diciendo para sí mismo...) Todo ha sido un sueño, no quiero ver a Magarita, no quiero casarme con ella, no quiero desayunar por las mañanas huevos pasados por agua, ni cumplir todas las normas que don Rosario me pondrá, tal y como las he vivido en el sueño, sé que no la quiero y no le puedo hacer daño. Debo huir muy lejos y rehacer mi vida.
(Recoge sus cosas, sale por el balcón escalando de balcón en balcón hasta llegar a la calle. Sale a correr y huye. Huye de todo aquello para ser feliz.)
FIN.
No hay comentarios:
Publicar un comentario