lunes, 20 de enero de 2014

Continuación del libro, Juan José Bernal.

UNA HISTORIA, DESPUÉS DE OTRA.


Dejé mi mundo atrás, mis amigos, mi vida, mi casa, todo. Me fui, dejándolo todo lo que me importaba detrás, pero tampoco podía dejar a Weena sola con aquellos seres, los marlocks.

Llegué a aquel mundo, que era el mismo que el mío, pero dos mil años más tarde. Fui al poblado de los eloi y estaba destrozado y muchas casas hasta ardiendo. Busqué a Weena por todos lados, pero no la encontré por ningún lado. Un eloi que salió de un escondite, me dijo que los monstruos se habían llevado a todos a su guarida y que nadie sabía donde estaba.

Entonces, me dispuse a encontrar a mi amiga, aunque mis sentimientos hacía a ella eran más profundos de los que se siente por una amiga por lo que estaba dispuesto a enfrentarme a los marlocks, que eran una especie de seres subterráneos, debido a esto no sería fácil encontrarlos, aunque contaba con el holograma del palacio de porcelana verde.

Antes de poner rumbo al palacio, fui a comprobar que la máquina estuviese bien escondida pero por precaución, la volví a esconder en un sitio mejor.
Después de comprobar que la máquina estuviese bien resguardada, partí hacía el lugar del holograma en busca de la localización de la cueva de los marlocks. Llegué en apenas hora y media, además tampoco tarde mucho en encontrar a aquel holograma, que tenía la información de toda una vida entera. Le dí un mapa para que me señalase la entrada de aquel lugar, que estaba no muy lejos de donde estaba mi máquina y de nuevo me puse en marcha.

Me resultaba sospechoso que no hubiese descubierto la entrada cuando estuve escondiendo mi invento, más aquello significaba que estaba bien escondida la entrada.
Al encontrarme ya en aquel lugar, mi máquina no estaba y me puse a buscarla locamente, pero pensé que quizás la tenían los marlocks y en vez de buscar mi aparato, busqué  la entrada.

Iba caminando de un lado a otro pensando cuando de repente me caí en un lugar oscuro, la cueva de aquellos seres subterráneos. Aquel lugar era peligroso, pero tenía que encontrar a Weena. Seguí a dos marlocks, que iban con látigos y se me ocurrió que iban a por los eloi. Pude conseguir llegar donde estaban los eloi, los liberé uno a uno pero Weena, no estaba allí, así que seguí buscándola porque algo me decía que estaba viva.
Estaba saliendo de aquella parte de la cueva cuando, sin comerlo ni beberlo un marlock me capturó y me llevó a otra sala distinta, donde estaban Weena y mi máquina. Aparte había otro ser, diferente a los otros, parecía ser el que dominaba a los marlocks.

Ese ser, me dio la oportunidad de irme en la máquina pero no podía dejar a Weena y le hice el engaño de que me iba para poder cogerlo desprevenido y golpearlo. Se quedó en el suelo los minutos suficientes para liberar a Weena y montarnos en la máquina pero aquel ser me cogió del cuello. Entonces al viajar en el tiempo, al estar fuera de la máquina se desintegró.

Así que me lleve a Weena a la época de después en la que yo viví y la enseñe a leer, escribir y a saber vivir en aquel ambiente. Finalmente, nos casamos y tuvimos un hijo; aunque también se puede decir que fuimos felices y comimos perdices.

FIN 



Continuación del Libro, Adrián Rodríguez Barroso



Después de la recuperación de Luciana, gracias a la labor realizada por sus amigos, sus padres y su novio poco a poco todo volvió a la normalidad. Luciana su novio y amigos volvieron a sus estudios y sus padres a sus respectivos trabajos.

           Todos aprendieron algo de lo que había sucedido y de todo lo pasado sacaron algo positivo. Entre los chavales y el inspector de policía Vicente Espinós se creó un vínculo muy especial, pues el propio inspector no se tomó este caso como otro cualquiera se involucró mucho en él, pues le preocupaba mucho el tema de las drogas y el daño que le podía causarle a los chavales. Vicente seguía manteniendo contacto con los chavales y les propuso la manera de poder ayudar a otros chavales y sin que ellos corriesen ningún riesgo. El día en el que el inspector quedo con ello para explicarle de que trataba el asunto, todos estaban muy nerviosos, pero no dudaron ni un segundo en acudir a la cita.

            Una vez allí el policía les explicó que simplemente ellos tenían que seguir con su vida como siempre, acudiendo al instituto, participando en fiestas, acudiendo a algunas discotecas y simplemente observar, si en algún momento observaban movimientos extraños como venta de drogas y pastillas, amenazas y extorsiones se pusieran en contacto con él. Para contarle todo lo que había visto. El jamás diría de donde venía la información, y de esta manera la policía tendría controlado este tipo de eventos y locales, gracias al vínculo creado entre Vicente, Luciana y sus amigos se pudo ayudar a otros muchos chicos y chicas. Y aún hoy día siguen colaborando juntos, este secreto solo ellos lo conocen.
LA LEY DE LA CALLE


Me quedé allí sentado viendo como rompían las olas, mientras veía a Steve alejándose.
Al cabo de unos minutos apreció mi novia, me dijo que si quería cenar, ya que era tarde y ella no tenía ganas de hacer nada de comer en casa, ni yo de ir. Pensaba comer fuera aunque comiera sólo, sabía que mi novia me llamaría al ver que tardaría mucho. Fuimos al bar al que siempre vamos, no había un día que estuviera vacío. Estaba siempre lleno ya que había mucho turismo. En el paseo marítimo se encontraban muchos bares pero la gente solía ir a ese porque la comida que ponía era muy buena y otras personas recomendaban también ir. En los otros se comía bien pero este era el mejor sin duda alguna.
- Charlie- le dije al camarero, al que conocía, pues iba allí todos los días a tomarme una cerveza
- Dime Rusty James- él ya sabía que no me gustaba que me dijeran soló Rusty porque me molestaba.
- Cuando quede algo libre avisame, esperaré de mientras en el banco de ahí enfrente.
A mí me daba igual esperar un rato por la razón de que el servicio era rápido. Empezé ha hablar con mi novia, le dije que me había encontrado con Steve, ella no le conocía, yo le hablé unas cuantas veces de él, de que era mi mejor amigo y demás… Cameron que así era como se llamaba, sabía todas las cosas de mi infancia.
- Rusty James- oí de nuevo. Era el camarero seguramente se quedaría alguna mesa vacía. Fuimos para allá. Tuvimos una cena tranquila como siempre. Cuando regresábamos de vuelta a casa pensé en mi padre por donde andaría, si estaba de borrachera o algo por el estilo.

Al día siguiente, como cualquier otro día me levanté y desayuné. Estuve sentando en el sofá viendo en la tele un programa que siempre veo, yo no trabajaba, mi mujer sí. Al cabo de unos minutos sonó el teléfono, lo cogí.
-          ¿Rusty James?
-         
-          Buenos días, le llamó del hospital, su padre se encuentra ingresado en mal
estado anoche tuvo una pelea y salió mal parado.
En ese momento me quede en estado shock, apagué el móvil y fui corriendo hasta fuera para coger la moto. El barrio de mi padre se encontraba a una media hora del mío.
Llegué el hospital, al que no me gustaba nada entrar, pregunté en recepción por mi padre, fui a la habitación y allí estaba él con una brecha en la cabeza y enchufado por muchas máquinas.
- Papá, papá que te ha pasado.
- Una pelea en el bar no me acuerdo de nada, recuerdo que abrí los ojos y había mucha gente alrededor mía y que me golpearon por detrás mía en la cabeza.
Sonó el móvil de nuevo era mi novia que donde andaba, le conté todo, le dije que se quedara en casa mejor que iba a investigar sobre el hombre que golpeó a mi padre y denunciarlo. Me quedé allí todo la mañana sentando pensando en quien podía haber sido, si mi hermano estuviera aquí seguro que se enteraría de todo y le pegaría al hombre una buena paliza. De pronto vino una médica a ver como se encontraba.
- Perdone, cuánto tardará en marcharse.
- Unos días.
Pasaron unos minutos y el silencio era absoluto.

- Papá esto no puede seguir así, tienes que cambiar todo el día de borrachera gastando dinero en todos los bares del barrio, cambia por favor hazlo por mi y por mi hermano.
- Lo haré
- Promételo.
- Te lo prometo.

Mi padre seguro que no tenía ganas de hablar de lo que paso con mi hermano eso ya quedo zanjado. A mi tampoco me haría mucha gracia hablar de nuevo, empezaría a recordar viejos tiempos y me emocionaría.

Después llamó mi novia, le dije que pasaría aquí la noche con él acompañándolo y seguiría aquí hasta que se fuera ya que no podía acompañarlo nadie más desgraciadamente. Fui al restaurante de abajo a tomar algo echaba de menos ir al bar de mi barrio pero que le íbamos hacer…
Ya por la noche, estuve hablando con mi padre de cosas, me preocupaba mucho su estado pero los médicos me decían que solo fue un golpe. Pasé una noche malísima me despertaba cada dos por tres con un dolor de cuello increíble y veía a mi padre dormir tan a gusto roncando y yo que no podía ni mover el cuello.

Al día siguiente ya por la mañana llamé a mi novia que hoy no trabajaba, le dije que está noche la pasaría también con mi padre a no ser que le dieran el alta, ella iba a venir a pasarla también conmigo y de paso presentársela a mi padre, para ver que opinaba. Estaba harto de estar allí sentando y sin hablar con nadie, mi padre siempre estaba durmiendo o callado mirando al techo blanco. Pasó una media hora y yo seguía allí esperando a mi novia, cuando de pronto apreció.
-¿Quién es esta?- dijo mi padre
- Mi novia papá
Mi padre se quedó callado
- Encantado- y le dio dos besos
Empezamos a hablar sobre ella, de su familia que desgraciadamente habían muertos sus padres en un accidente de coche, sobre su trabajo…
Llegó la médica con unos papeles y dijo que podíamos marcharnos que mi padre se encontraba bien, me alegre mucho al escuchar esto. Esa tarde iría a poner la denuncia ya que mi padre se acordó de quien fue. Llegamos a comisaría y nos encontramos con el  señor Patterson no me miró con cara de asco ni nada.
- ¿En qué puedo ayudarle?
- Mire querría poner una denuncia
- ¿Qué le ha pasado?
- Le golpearon en una pelea
- Mire no me acuerdo de nada exactamente recuerdo que estaba tomando una copa y me golpearon por detrás fue Braian Taylor.
Braian era un tipo que siempre estaba metido en peleas, siempre la estaba buscando. Me quedé sorprendido con lo actitud de Patterson no esperaba que me tratase de esa manera tan buena. Le pusimos la denuncia y fuimos para casa de mi padre, esa tarde tuve una buena charla con mi padre diciéndole que dejara de una vez el alcohol que tomará algo, pero no mucho. Mi novia de vez en cuando también le decía algo.
Yo dormí en el sofá cama con mi novia prefería que durmiera mi padre sólo en la cama sin que le molestará nadie. Estábamos muy pegados si yo me movía me caería de la cama al igual que mi novia. A la mañana siguiente fuimos a comisaría a ver que había pasado y estaba allí Braian con unas esposas por lo visto le pegó a mi padre con un palo de billar en la cabeza, me entraron unas ganas de partirle la cara allí en medio de todos. Mi padre lo miró con una cara de asco. Fuimos a comer a un bar al que solía ir mi padre, bueno mi padre iba a todos, comimos muy bien la verdad. Cuando terminamos de comer me despedí de mi padre porque me iba ya para mi casa. Vendría a verlo algunas veces pero muy pocas, confié en que no bebería mucho, le di un gran agrazo y me fui tranquilo confiando en él.



.

La metamorfosis.

La familia se encontraba en el centro de la ciudad y habían pensado permanecer allí durante todo el día para poder visitar y pasear por todos los lugares y rinconcitos bonitos que tenía aquella zona. Hacía bastante tiempo que la familia no contemplaba aquel lugar debido a todo lo sucedido anteriormente. Pasaron todo el día en familia e iban de sitio en sitio. En todas sus conversaciones hablaban sobre los temas que habían sacado en el tranvía y pensaron planificarle una boda a Grete, ya que tenía veintinueve años y llevaba ocho saliendo con su novio. También gestionaron mudarse a una casa más pequeña y cómoda como querían. Al caer la tarde el cansancio no podía con ellos y decidieron volver a casa para poder descansar.

Cuando iban de camino solo se les venía a la cabeza el tema de Gregorio y volvieron a retornar la misma conversación de la que habían estado hablando hace poco: ¿qué harían con Gregorio? Así pasaron todo el viaje, hablando sobre esto, pero no llegaron a ningún acuerdo por parte de ninguno. Al llegar a casa soltaron todas las cosas y la madre indicó al padre y a la joven, mientras ella hacía la cena, que fueran a sus correspondientes habitaciones a cambiarse y a ordenar todo lo que hubiera por medio y luego se dieran una ducha refrescante. Cuando finalizaron todo lo que la madre les había pedido se sentaron a cenar. Estuvieron hablando de nuevo sobre Gregorio para ver que harían con él, pero esta vez llegaron a un acuerdo: incinerarlo. La familia ya se había desprendido de Gregorio y continuaron su vida sin ninguna preocupación.

Al cabo de los meses, después de llevar bastante tiempo buscándola, compraron la casa que deseaban, más pequeña y barata y, sobre todo, mejor situada y más práctica que la actual, y se fueron a vivir en cuanto pudieron. Cuando por fin se ubicaron en su nueva casa comenzaron a planificar la boda de su hija. Se fijó para el día dieciocho de mayo y invitaron a multitud de familiares y amigos.

El día de la boda de Grete se celebró a lo grande. Para Grete fue la fecha más importante de toda su vida aunque se acordó muchísimo de su hermano Gregorio al que echaba bastante de menos. Una vez finalizó la boda, Grete se fue a vivir con su marido Lucas a una ciudad de Alemania contigua a la que vivían los padres de Grete y allí tuvieron dos hijos, Lucía y Marcos. La casa era en la que convivían era enorme y tenía preciosas vistas al mar. Grete empezó a trabajar en una importantísima empresa en la que su marido era el jefe.c

Un martes cualquiera, cuando Grete y Lucas se fueron a levantar para llevar a sus hijos a la guardería e ir a trabajar, no podían creer lo que veían sus ojos. Para su grandísima sorpresa, Grete se había convertido en un terrible insecto al igual que su hermano. Parecía ser que eso de sufrir la metamorfosis venía de familia. Grete se embajonó muchísimo y siguió toda su vida siendo un monstruoso insecto al que todos despreciaban. Perdió su trabajo y muchas amistados debido a su espeluznante apariencia.


Tres sombreros de copa.

CONTINUACIÓN DEL LIBRO.


(Dionisio está saliendo de la habitación para montar en el coche que lo conduce a su boda).
 
DIONISO. ¿Todavía estás aquí?
PAULA. (Llorando) Sí.
DIONISIO. (Emocionado) Paula, quiero que sepas que nunca te olvidaré, esta última noche de soltero ha sido la mejor de mi vida.
PAULA. ¡Pero tú te casas en 2 horas!
DIONISIO. Me casaré sin estar enamorado de Margarita. Yo te pretendo a ti.
DON ROSARIO. Dionisio, corra que le están esperando.
DIONISIO. (A Paula) He de irme.
 
(Se cierra el telón y cuando está preparado se vuelve a abrir. Dionisio ya está en la iglesia dirigiéndose al altar con Margarita. El mobiliario que se encuentra en el escenario, de izquierda a derecha, es un crucifijo, una mesa de altar y dos filas de sillas con un pasillo central vacío.)
 
MARGARITA. Dionisio por fin ha llegado el día de nuestra boda.
 (Dionisio no contesta)
CURA. (Lleva un rato hablando hasta que llega el "Sí quiero") Dionisio, ¿Aceptas a Margarita como esposa en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, durante todos los días de tu vida?
DIONISIO. Sí, quiero.
CURA. Margarita ¿Aceptas a Dionisio como esposo en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, durante todos los días de tu vida?
MARGARITA. Sí, quiero.

(Se cierra nuevamente el telón y cuando se vuelve a abrir están en el salón de la celebración de la boda, en la mesa de los novios sentados los dos).

MARGARITA. (Susurrándole al oído a Dionisio y mostrándole unas entradas que tiene entre las manos) Mira lo que tengo, te regalo unas entradas para ir a Music Hall esta tarde, será el mejor día de nuestra vida.
DIONISIO. (Nervioso) S... S.. Sí claro. Pero antes tengo un asuntillo importante que zanjar, vete a casa y espérame allí, no tardaré demasiado.
MARGARITA. De acuerdo, cariño.

(Salen los dos del escenario, se cierra el telón y cuando se abre está Dionisio abrazado a Paula ).

DIONISIO. No lo puedo soportar Paula. Estoy enamorado de tí, no de Margarita.
PAULA. ¿Estás loco? ¿de qué viviremos?
DIONISIO. Conseguiré hacer con los tres sombreros lo no nunca visto en un circo.
PAULA. ¿Nos dará eso para llevar una vida honrada?
DIONISIO. No me has entendido bien Paula, seré el mejor malabarista del mundo.
(Se besan)
                                                                TELÓN.


                                                                 















Libertad.


Y sí, como os imagináis, después de todo el esfuerzo que hice para averiguar cosas del caso, no me sirvieron de nada, volví al sanatorio.
Había estado un tiempo fuera de allí, y al volver vi que había ingresada gente nueva en el sanatorio. Nada más llegar el doctor Sugrañes me llamó para presentarme a dos nuevos compañeros.
-DGS, estos van a ser dos nuevos compañeros. Son Pablo y Lucas.
-Hola, encantado de conoceros y si necesitáis de mi ayuda, podéis contar conmigo.

Los días pasaron y todo transcurría con normalidad. Un día, como cualquier otro, me sorprendí cuando me avisaron de que tenía una visita. Había venido Mercedes, después de tanto tiempo.
-Que de tiempo sin saber nada de ti, ¿no vas a venir a darme un abrazo?
-Claro que si, faltaría más. ¿A qué se debe esta inesperada visita?
-Hace tiempo que llevo dándole vueltas a todo lo ocurrido estas últimas semanas, y pienso que no es justo que tengas que estar aquí.
-No deberías haberte molestado, ya escuchastes al comisario Flores.
-Bueno, ya lo veremos, déjalo en mis manos.

Pasaron los días y seguía con mi rutina en el centro. Un día vi como llegaba el comisario con Mercedes. Los dos se acercaron a mi, y el comisario me dio una carta. En ella se decía que, por mi esfuerzo y mi buen razonamiento en el intento de descubrir los sucedido con las niñas desaparecidas, era puesto en libertad y podía dejar el manicomio en este mismo momento. 
Después de unos días de papeleos, por fin logré marcharme a comenzar una nueva vida fuera.


El extraño caso del Dr Jekyll y Mr Hyde

A la mañana siguiente, el Sr. Utterson se despertó confuso, no daba crédito a lo que había leído en la carta.
Se vistió y salio de la habitación, se dirigió al salón, se disponía a sentarse en su sillón y a leer un libro cuando alguien llamo a la puerta. Cuando abrió la puerta, vio a un hombre alto, delgado, tenía los ojos marrones y pelo castaño, bestia con un traje de chaqueta y un sombrero.

-¿Es usted el Sr. Utterson?- pregunto aquel hombre.

-Sí, soy yo ¿que desea?- le contesto el Sr. Utterson

- Soy el abogado del Dr. Lanyon, el a muerto y vengo a darle lo que le a dejado por herencia-

-A muerto, y como a sido-

-Fue asesinado, por un tal Hyde- le dijo el abogado

Entonces el Sr. Utterson recordó la carta que le había mandado el Dr. Lanyon antes de morir.

-Bueno, tome lo que le a dejado el Dr. Lanyon, adiós - le dijo el abogado al Sr. Utterson.

Aquel extraño hombre se fue rápidamente, sin que el Sr. Utterson pudiera preguntarle nada más. Cerró la puerta y puso el paquete en la mesa del salón, lo abrió y lo que se encontró le sorprendió bastante. Lo que había en el paquete fue una botella con un líquido verde, unas sustancias y unas formulas. Cogió el líquido, y lo miro muy detenidamente.

-¿Tal vez este liquido sea el que usaba el Dr. Jekyll para transformarse en aquel monstruo?- se preguntaba

La tentación de bebérselo era grande, pero consiguió resistirse, así que cogió las cosas que estaban en la mesa y las puso en su caja fuerte, con el fin de olvidarse de todo.

Los días pasaban, haciendo la misma rutina de siempre, pero sin olvidarse del bebedizo. Y un día, ya no pudo más, la tentación no podía con el, abrió la caja fuerte y saco todo lo que había dentro, puso las cosas en la mesa y cogió el frasco, se lo bebió de un trago pensando cual seria su aspecto.

Los segundos pasaban y no ocurría nada, pero de repente una sensación recorría su cuerpo, estaba empezando la transformación. Al terminar, se sentía muy bien, se dirigió al espejo para mirarse, y lo que vio no le sorprendió demasiado, ya se espera el aspecto que tendría, pero lo que si se fijo, era en que, al contrario que al Dr. Jekyll, su estatura era mayor que la anterior.

Cogió la botella de nuevo, y se bebió el líquido otra vez, para ver si volvía a ser el mismo pero no fue así, su cuerpo seguía en el mismo estado.

- ¿Que puedo hacer, no tengo a nadie que pueda ayudarme con mi problema? - pensaba, mientras se sentaba en una silla.

Decidió entonces irse a la cama para ver sí se pasaban los efectos, pero al día siguiente seguía en el mismo estado, decidió entonces ir a la casa del Dr. Jekyll.

- Quizás en sus notas encuentre algo que pueda ayudarme- se decía a sí mismo. Cogió su sombrero y su bastón, y se dirigió a la casa de su amigo. Cuando llego, llamo a la puerta y abrió Poole. Se sorprendió bastante cuando vio al Sr. Utterson.

-¿Quien es?- pregunto Poole.

- Soy yo, el Sr. Utteson. Me he tomado el bebedizo y no puedo volver a mi estado normal- le respondió.

- ¿Para que ha venido?, el profesor ya no esta aquí- le dijo Poole. En efecto, el Dr. Jekyll ya no se encontraba en aquel lugar, después del incidente con Mr. Hyde.

- He venido por que en sus notas de investigación debe haber algo que pueda ayudarme-

- Pase, pero no se si habrá algo que pueda ayudarle- Le respondió Poole desconcertado.

Abrieron la puerta del gabinete, miraron dentro, había un montón de recipientes, sustancias y papeles escritos. Buscaron y buscaron todo el día, pero no encontraron nada, por lo que el Sr. Utterson decidió irse a su casa.

- Volveré mañana para seguir buscando- le dijo a Poole.

Al día siguiente, los dos siguieron buscando, y cuando toda esperanza parecía perdida, Poole se percato de una de las notas de Jekyll.

- Mira- le dijo.

La nota ponía, " En caso de que falle el bebedizo, doblar la dosis".

-Eso es, en mi casa tengo la formula y todas las sustancias que necesito, las traeré aquí- le dijo a Poole.

Fue a su casa y llevo todas las cosas que necesitaba. Entre los dos consiguieron duplicarla la dosis o eso creían ellos, en realidad lo que hicieron fue un veneno muy potente. El Sr. Utterson cogió el líquido y se lo bebió de golpe, de repente el, se sentía muy cansado, el corazón le empezaba a parar.

- ¿Que le ocurre?- pregunto Poole asustado.

-Me siento muy débil- le respondió

Entonces el doctor se desplomo en el suelo, intentando desesperadamente resistir ante lo que podría ser su final.

-Pide ayuda, Poole- le dijo el Sr. Utterson

Poole fue a buscar a un medico. Cuando llego con el medico, el Sr. Utterson yacía en el suelo, sin alma. El medico le miro el pulso.

- Esta muerto- dijo el medico


El tragaluz.

                                PARTE TERCERA. 

(El telón vuelve a abrirse, allí aparece ELLA y ÉL. Los focos enfocan únicamente a ellos dos, todo lo demás está oscuro. Suena de repente una melodía para anunciar que seguido del acto que va a transcurrir la historia se acaba.)


ELLA: Como veis, Mario, mató a su hermano tal y como lo soñó en el sueño. La escena que vais a ver transcurrió 14 días después de lo último. 
EL: Aquí ya descubrimos lo que le pasaba al padre realmente, quién o el qué ha sido el/la consecuente de sus trastornos. 
ELLA: Espero que les guste el último acto.

(Todo se apaga, ellos dos desaparecen. Se encienden unos focos que enfocan dónde se encontraban Encarna y Mario, en la Editora.) 

ENCARNA: (Un poco decaída y pensativa) Mmm... Mario... 
MARIO: Dime, Encarna.(Le interrumpe Mario antes de que ella terminara la frase.) 
ENCARNA: ¿Qué sentiste realmente cuándo te distes cuenta de que, sin querer, habías matado a tu hermano? 
MARIO: No quiero decírtelo, tengo miedo a que después de esto no quieras saber nada de mi, o no me hables nunca más, o lo peor de todo, que te dieses cuenta de que has estado confusa todo este tiempo y que por el que siempre hayas sentido realmente fuera mi hermano y no por mí. 
ENCARNA: Eso no va a pasar, Mario. Te apoyaré me digas lo que me digas. Ten por seguro que sé a quién he querido y a quién quiero, y ese sólo eres tú. 
MARIO: Esto me tranquiliza aún más. (Mira a Encarna con los ojos vidriosos.) Tal vez algún día no aguante más y se lo tenga que contar a alguien, y antes de hacer una locura y contárselo a otra persona, prefiero que seas tú. 
ENCARNA: Adelante, soy toda oídos. 
MARIO: Sinceramente, cuando lo estaba haciendo no sabía bien lo que estaba haciendo, si estaba haciendo lo correcto o no. Había algo que no me dejaba pararme a pensar u dejar de hacerlo, me tiraba más para el lado de hacerlo. Una vez hecho me arrepentí. Por mucho que me haya hecho siguía siendo mi hermano. Le diré la verdad a mis padres, pero después de que mi padre se recupere.  
ENCARNA:Tienes razón. A pesar de todo seguía siendo tu hermano. No pienso decirte nada sobre lo que has hecho. Tú lo has hecho, yo no te puedo decir nada. Vamos a casa de tus padres y allí hablamos con tu madre para lo de tu padre. (Dice algo nerviosa y moviendo las piernas.) 
MARIO: Sí, vamos. 

(Los dos salen de la oficina y se dirigen hacia casa de sus padres. Llaman al timbre y les abre El padre.) 

EL PADRE: ¡Hombre! ¡Qué alegría! Pasad, pasad. 
ENCARNA: Te traigo unas postales que te van a gustar mucho. (Mario y Encarna sonríen.)
EL PADRE: Si es así, pasen. (Dice con picardía.) Mi mujer está haciendo punto. 

(Entran hacia dentro. Mario y Encarna se sientan en el sofa. La madre está sentada en una silla haciendo punto. El padre se sienta junto a Encarna.) 

LA MADRE: ¡¡Ohhh, que alegría de volver a veros!! ¿Qué os trae por aquí? Voy a por unas ensaimadas y unos cafés. En seguida vuelvo. 

(La madre se levanta y se dirige a la cocina, mientras Encarna y Mario conversan.)

MARIO: Encarna, llévate a mi padre a la salita y entretelo con las nuevas postales. Yo hablaré con mi madre sobre lo que te dije antes.  
ENCARNA: Está bien. Vamos a la salita, señor. Le enseñaré lo que le dije antes y que, además, te iba a gustar mucho. 

(Los dos se dirigen hacia la salita. La Madre llega con los cafés y las ensaimadas.)  

LA MADRE: ¿Y Encarnita?
MARIO: La he mandado con papá a la salita para que le enseñase las nuevas postales y así podamos hablar con más tranquilidad. 
LA MADRE: ¿Hablar sobre qué?
MARIO: Hablar sobre Papá. Ya sabemos que la consecuencia de que papá esté así fue por lo del tren y por culpa de Vicente. No quiero que papá siga así hasta que fallezca, tiene que haber médicos que estén especializados en este tipo de enfermedades. Tengo unos ahorros que lo podríamos emplear para que papá se cure. 
LA MADRE: (Un poco sorprendida.) Creo que será lo correcto, pero creo que debo decirte algo... 
MARIO: Dime, mamá. 
LA MADRE: Anoche estuve hablando con él. Tuvimos una conversación bastante formal y seria, hacía mucho tiempo que no teníamos una así, de verdad. Estaba sorprendida al ver a tu padre así... Te reconocía a ti, preguntó por Vicente, ya que había notado su ausencia. (La cara de Mario cuando su madre nombra a su hermano se pone pálida.) sabía quién era él, sabía quién era yo y lo éramos. Incluso me contó lo pase hace tantos años sobre lo de tu hermana que falleció y el tren. 
MARIO: Increíble, pero cierto. Papá desde que enfermó nunca había estado así, ¿verdad?
LA MADRE: Que va, hijo. Por eso me extrañó. 
Esta mañana madrugué y fui a visitar a un doctor. Le conté todo lo que había pasado durante estos años y sus palabras me dejaron verdaderamente hipnotizada. 
MARIO: ¿Qué dijo..? 
LA MADRE: 'Las postales le ayudan mucho a reforzar la memoria, pero ha habido más de un caso así en el mundo y siempre ha sido porque alguien haya fallecido. Es decir, su cuerpo y el de esa persona estaban atraídos y, si uno estaba bien el otro estaba mal, y al morir el que estaba bien, el que estaba mal volvía a ser quién era o viceversa. El que ha sufrido esa enfermedad suele volver a ser el mismo a las dos semanas.' Inmediatamente me fui de allí, me parecía absurdo lo que estaba diciendo. Pero de camino a casa pensé que sí podría tener algo de sentido, me puse en lo peor, Mario. 
MARIO: ¿Qué pensaste, mamá?
LA MADRE: Que a Vicente le había pasado algo, no sé de él desde hace tiempo... 

(Mario se levanta y va corriendo a la salita a por Encarna.) 

MARIO: Encarna, vamos al salón, tenemos que hablar con mi madre. 
ENCARNA: Está bien. 
MARIO: Papá, duerme que se ha hecho de noche. 
(Encarna cierra la puerta y los dos vuelven al salón.) 

MARIO: Mamá vuelve a repetirle todo a Encarna. Desde lo que hablaste con papá hasta que te fuiste de la clínica. 
(Esta se lo cuenta todo. Rápidamente después de que terminase Mario se levanta y se pone al lado de su madre.) 

MARIO: Mamá, no pensaba decirte nada de esto hasta que papá se recuperase, pero una vez contado todo esto, te lo diré. 
LA MADRE: (Nerviosa a más no poder. No deja de comerse las uñas. Inquieta.) Dime... 
MARIO: Hace tiempo soñé con Vicente, soñé que lo mataba, que lo tiraba por un precipicio. Hace dos semanas lo hice mamá. (La madre se hecha a llorar. Encarna y Mario la abrazan.) No había nada que me parase a no hacerlo o pensarlo. Lo hice sin ninguna razón, luego me sentí realmente mal. Dios me castigará por esto. Esto se me quedará grabado de por vida. Lo siento muchísimo, te quiero. 
LA MADRE:  Ahora me cuadra todo... El doctor tenía razón; papá se ha recuperado porque estaba atraído con Vicente y al morir él, papá se ha recuperado. Difícil de creer. 
MARIO: Exactamente, mamá. Te pido perdón, pero no sabía que me pasaba. 
LA MADRE: Al fin y al cabo tu hermano ya estaba mayor... si aquel fue su fin no podemos hacer nada... 
ENCARNA: ¿Creéis que debéis contárselo a papá? 
MARIO: Sí. Vamos a esperarnos un tiempo a ver como sigue la cosa y si ha mejorado del todo. 
LA MADRE: ¿Qué le diremos si pregunta por él? 
ENCARNA: Lo más creíble es que se ha ido por un tiempo de vacaciones.
MARIO: Eso es. 
LA MADRE: Mejor decírselo ya antes de que él pregunte porque si no seguro que nos echará en cara que por qué no se lo dijimos antes. 
MARIO: Tienes razón. 
Encarna: Yo voy a por él. 
MARIO: Encarna, díselo tu allí. No quiero que papá vea a mamá así. Sospechará 
LA MADRE: Sí, mejor. 

(Encarna se levanta y se dirige hacia la salita. Se sienta en la cama junto con El padre.) 

ENCARNA: Tengo que decirte algo. 
El PADRE: Venga, dime. 
ENCARNA: Vicente se ha ido por un temporada de vacaciones. Te informo para que después no digas que no te decimos nada sobre las noticias que pasan. 
EL PADRE: Gracias por la información, guapa. 
(Encarna sale del cuarto y se va para el salón.) 

ENCARNA: Ya se lo he dicho. Mario, vamos a recoger al pequeño de casa de mi madre, se nos hizo tarde. 
MARIO: Mamá, nos tenemos que ir. Conversa ahora con padre y salid a tomar un poco el aire, os vendrá bien. Mañana venimos de nuevo. 
LA MADRE: Está bien, mañana, si tengo ánimos, prepararé algo para merendar. (Llorando y con el corazón encogido.) 
MARIO: Nos vamos, mamá. Te quiero. 
ENCARNA: Adiós, guapa, un beso. 

(Se cierra el telón. Todo se apaga. De nuevo aparecen ELLA y ÉL. Unos focos de color verde los enfoca.) 

ELLA: Esperemos que os haya gustado. 
ÉL: Ya pueden salir por el lateral derecho, muchas gracias. 

(APLAUSOS. SE CIERRA EL TELÓN.) 


Continuación del libro "Rebeldes"

         
      Tres semanas más tarde, después de la llamada de Ponyboy al profesor y realizar la redacción, sucedió algo en  la casa de Pony. Los cimientos de la casa se venían abajo y corrían un gran peligro. No tenían suficiente dinero para arreglarlo.

Entonces Darry  pensó en buscar un trabajo mejor pagado. Encontró un trabajo en un taller con mucha clientela, y con su sueldo intentaría pagar el arreglo de la estructura de la casa, o comprar una nueva. Pero este nuevo trabajo estaba en otra ciudad, a unos 50 kilómetros. Soda siguió el ejemplo de Darry, y también encontró un trabajo en el mismo taller. Y aunque sabía que les serviría para arreglar la casa y enderezar sus vidas, no le gustaba nada tener que mudarse. Además, no sabían cómo decírselo a Pony, ya que sabían que no le gustaría la idea, y estaba pasando una mala racha.

          Pony estaba muy triste: sabía que sus hermanos estaban buscando trabajo y no sabía dónde lo encontrarían; seguramente tendrían que abandonar el barrio si el trabajo era lejos, y eso él no lo soportaba. Además en menos de 1 mes le habían pasado un montón de desgracias: la muerte de Johnny y Dally, los problemas con su casa…

A la mañana siguiente de encontrar el trabajo Darry le tuvo que decir la mala noticia a Pony:

-¡Pony ven!
-Dime Darry.
-Tengo una mala noticia, he encontrado trabajo nuevo.
-¿Y qué tiene eso de malo?- preguntó Pony.
-Que es  en otra ciudad, me pagan  muy bien. Nos tendremos que mudar, y gracias a un contacto nos quitan el alquiler de los 3 primeros meses. Lo siento, pero es la única solución a nuestros problemas económicos.
-Darry, ¡eso no puede ser!- exclamó Pony-¿Qué piensa Soda de todo esto?
-Él también está disgustado.
-¿Y cuando nos vamos?
-Mañana. Tienes que despedirte de los chicos en media hora, ya que me tienes que ayudar a guardar todo.
-Vale.

         Pony salió corriendo a buscar a los chavales. Tras una larga y triste conversación, se despidió y fue a casa. Una vez allí se quedo hablando con Soda mientras recogía la casa. Los dos pensaban que no era buena idea abandonar el barrio, aunque sabían que era por su bien y su futuro.

Se mudaron al día siguiente, y aunque pasaron varios días Pony no se acostumbraba a su nuevo hogar. Cómo no tenía otra opción siguió con su vida, se apretó en los estudios, y siguió practicando atletismo.

Cada semana que pasaba, Pony se iba acordando menos de su antiguo barrio. Allí encontró nuevos amigos, y poco a poco dejo de ser un greasers, se convirtió en alguien normal para la sociedad. Decidió cortarse el pelo, aunque sus hermanos no estuvieron de acuerdo. Y así siguieron pasando los días, y, aunque Pony, Darry y Soda fueron olvidando su barrio, pero nunca olvidaron a sus antiguos y verdaderos amigos.

domingo, 19 de enero de 2014

La leyenda del Cid.

Tras la muerte del Cid, doña Elvira y doña Sol cayeron en una pequeña depresión que se solucionaba a base de llantos y lamentos, el mayor consuelo que tenían eran sus maridos, que las intentaban tranquilizar. Un día, ellas se cambiaron de vestimentas y dejaron de llorar, pensaron que lamentarse no cambiaría nada, sino que empeorarían. Vieron que el castillo estaba muy entristecido, no escuchaban las voces de sus criados desde hacía meses y aún menos una risa. Decidieron cambiar de actitud. Empezaron a salir de su habitación y comenzaron a devolver todo el cariño a sus esposos, que las habían cuidados con mucho amor. Hicieron una fiesta para volver a las risas de antaño, pero ellas seguían desganadas aunque  aunque se fueron animando poco a poco. A los pocos meses de esto, doña Elvira y doña Sol fueron a visitar doña Jimena, su madre. Cuando fueron se la encontraron en la cama, llena de sangre, con un puñal clavado en el pecho. Las hijas del Cid fueron corriendo donde estaba, la movieron, la agitaron, le chillaron. Nada, no respondía, estaba muerta.


Al rato de esto, entraron sus maridos por la puerta con la espada en mano, creyendo que les habían echo algo, cuando vieron a la mujer del Cid en la cama, se santiguaron, don Fernando acompañó a las mujeres al salón para que no vieran el cadáver, se veía que estaba violado y torturado. Los dos príncipes buscaron pruebas de algo, cuando movieron un poco el cuerpo vieron una nota, en la que ponía:

-El Cid nos humilló, después sus soldados nos atacaron y ahora, os iremos matando uno por uno hasta que solo queden sus hijas...

Cuando leyeron ésto se quedaron de piedra, no podían seguir leyendo nada más, ya que la sangre lo había borrado. Como dos truenos, los príncipes salieron de la casa, cogieron a doña Elvira y a doña Sol, las montaron en su carruaje y volaron de allí. Doña sol dijo:

-¿Por qué nos llevais de vuelta al castillo sin antes enterrar a nuestra madre?- Dijo sollozando- ¿por qué sois tan crueles?.

Don Fernando la miró y contesto:

-Alguien intenta matar a toda vuestra familia y después os harán algo muy malo, no lo pudimos leer bien- Le dijo asustado- Pero cariño, no te preocupes que no pasará nada.

Al decir esto, las dos hijas del Cid se quedaron de piedra, nunca habían oído una locura semejante.


Era una noche tranquila cuando los príncipes llamaron a toda la familia del Cid, se reunieron en Castilla, de allí era uno de los príncipes. Les contó lo que habían leído:

-Alguien quiere matar a toda la familia del Cid, así que no confiéis en nadie y andar con cautela. Al oír esto todos se miraron y empezaron a gritar o a correr, hasta que se calmaron. Al ser de noche todos se quedaron en el castillo, y decidieron dormir todos juntos.

Fuera solo se oía el viento chocando contra los cristales, hasta que de pronto sonó un grito, todos salieron corriendo a donde provenía, no vieron nada, hasta que de pronto vieron que la armadura que está de adorno sangraba, le quitaron el casco y allí lo vieron, un criado, no era de la familia. La noche se ponía tensa. Don Fernando se vistió de criado. Empezó a sonar ruidos en todo el castillo, toda la familia del Cid estaba en la sala principal siendo protegidos por el  marido de doña Elvira. Don Fernando andaba con cuidado por los continuos ruidos. Cuando entró en la cocina y abrió la cazuela para ver la comida, observó una cabeza flotando en el guiso. Don Fernando se retiró y empezó a mirar por todos lados, salió corriendo de la cocina. Cuando estaba más tranquilo subió al segundo piso, encendió un candil, vio una figura a lo lejos corriendo hacia él, sacó la espada pero no le hizo nada ya que era otro criado, se puso en los brazos del príncipe y le dijo:

-Huye de aquí, he visto...- Y antes de que terminase de hablar una flecha le impactó en el pecho, muriendo en el acto.

 Don Fernando no aguantaba más y empezó a gritar de que aparecieran. Pero, cuando menos se lo esperaba vio a lo lejos un hombre con una espada brillante bañada en sangre, era Tizona, una espada del Cid, cuando miró para atrás observó a otra persona con otra espada del Cid, que también chorreaba sangre, era Colada. Ambos corrieron para el supuesto criado que, en un movimiento de mano, salió una lluvia de flechas hacia las dos sombras. El príncipe se acercó, eran los infantes de Carrión pidiendo clemencia, don Fernando, sonriendo, les quitó ambas espadas y haciendo el que se retira, dio una vuelta y decapitó a los dos asesinos.


Todos sorprendidos por esos dos bastaros, hicieron una fiesta por la muerte de los dos deshonrados, hasta que de pronto, una flecha llameante salió de la nada impactando en la rodilla del joven príncipe. Había un hombre más allí. No se tardó mucho tiempo en encontrar quien lo había echo. Lo vieron encendiendo una flecha, éste estaba tumbado, concentrado en lo que hacía, miró hacia arriba. Vio a los infantes de Carrión decapitados, en el pecho de ambos ponía, MUERTE, se dio la vuelta y, sin darse cuenta, tenía una espada clavada en la garganta, y de pronto, otra espada se le clavó en el cuello, haciendo una muerte rápida, y dolorosa, cuando llegaron las personas hacia el cadáver, todos dijeron lo mismo: Ese era el conde García Ordoñez, que odiaba al Cid con toda su alma.

Pasaban los dias y siguieron igual, hasta que un día, alguien vio los tres cadáveres colgados en el techo del castillo.

Continuación de Frankestein.

Después de que Frankestein saliera del barco para ir al polo Norte y destruirse él mismo allí, tomó una senda por una montaña. Tras de varios días siguiendo el camino, esquivando personas que se pudieran asustar ante su aspecto, se dio cuenta que era el camino equivocado. No estaba yendo al polo Norte y en realidad los sabía desde hace un tiempo. Se arrepentía de sus malas acciones, pero era incapaz de autodestruirse. Decidió acampar unos días en un lugar apartado para pensar qué debía hacer. Lo más justo es que se hubiera ido al polo Norte como prometió, se lo merecía. Pero tuvo una idea mejor, volver con la familia Frankestein, bueno, "familia", ya que sólo quedaba el hermano de Víctor. Decidió ir con él, tratar de convencerle de que soportara su aspecto y lo aceptara. El monstruo quería ayudar a compensar todo lo que había causado. El hermano de Víctor no podía llevar tantas cosas acabo él solo, mantener una casa tan grande, los negocios, demasiado para él solo. El monstruo decidió coger el camino hasta Ginebra. Después de unos días caminando, no podía soportar más dormir en el campo, al aire libre, en el suelo, debía descansar aunque fuera una par de noches en condiciones para seguir su viaje hacia Ginebra. Se coló en el granero de una casa que encontró por el camino, y durmió entre la paja una única noche, las ganas de compensar lo que había hecho no le dejaban quedarse una noche más. Estaba ilusionado, y eso no le gustaba. ¿Por qué iba a tener que quererle el hermano de Víctor si él no lo había hecho y nadie de su familia tampoco? Bueno, tampoco le importaba, era su única esperanza. Podía ir y que saliera bien, o que lo mataran, que era su otra alternativa al fin y al cabo, ¿por qué no intentarlo? Tras unos meses llegó a Ginebra, decidió quedarse a las afueras del pueblo para entrar por la noche y que no le viera nadie. Así lo hizo. Cuando entró en casa de los Frankestein, notó demasiado silencio. Sólo la habitaba una persona pero eran sólo las 2 de la mañana, no pensaba que el hermano de su creador pudiera estar dormido ya. Mientras tanto, el hermano de Víctor se encontraba en la última sala de la casa, sin hacer ruido, ni si quiera se había percatado de que alguien había entrado en casa. Durante todo el tiempo que llevaba estando sólo, había intentado suicidarse de muchas maneras. Pero de ninguna era capaz: ni de ahorcarse, ni de tirarse por un acantilado, ni por una montaña, ni cortarse el mismo las venas... nada. Es cierto que sentía un dolor muy grande y que no quería seguir viviendo, pero era demasiado cobarde para matarse él mismo. Ese mismo día le había suplicado al boticario que le vendiera veneno, y este lo había hecho. El monstruo llegó a la habitación justo cuando el hermano de Víctor se estaba bebiendo un trago de la copa de vino dónde estaba el veneno. Se quedó paralizado al ver al monstruo e instantáneamente murió con la cara de susto. El monstruo decidió que ya no tendría más sentido vivir. Cogió la copa de vino, bebió lo que quedaba y cayó encima del otro cuerpo sin vida.

La continuación del libro Canción de Navidad

                                            CANCIÓN DE NAVIDAD

La vida continuó sin que los espíritus le visitaran más, Scrooge era más feliz y más alegre. Meses después de lo sucedido quería gastarse la mayor parte de su dinero en fundar un orfanato para los niños más necesitados y huérfanos de las calles. Tardaron algunos años en construir ese gran edificio. La construcción finalizó y los niños esperaban ansiosos en las puertas del edificio para que las abrieran. Cuando al fin las abrieron había muchas mesas con personas sentadas en unas sillas. Los niños formaron filas en cada mesa y fueron diciendo sus nombres y sus edades a cada empleado. Scrooge estaba muy contento con lo que había realizado. Cada empleado llevó a cada fila de niños a sus habitaciones y explicarle donde están los cuartos de baño, el comedor etc.


Scrooge después del trabajo siempre visitaba el orfanato para ver como iban, revisar con la enfermera las habitaciones y las necesidades de los pequeños. Gracias a estas visitas diarias la enfermera María empezó un pequeño romance con el Sñ.Scrooge que al año siguiente acabó con una boda. Conocían aún pequeño niño llamado Charles que era muy simpático y muy bueno. Decidieron adoptarlo para cuidar de él como si fuera su propio hijo. Scrooge y la familia se iban los fines de semana a una casa que tenían en la montaña. Charles y su padre jugaba con el pequeño Tiny Tim a tirar piedras al agua, tiro con arco, nadar etc.


Todos tuvieron una vida feliz y el Sñ.Scrooge hacer el bien fue lo mejor que pudo realizar en su vida.

Continuación de: El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde

Utterson, al terminar de leer la carta junto al calor de la chimenea, se quedó atónito debido a la tan ocultada información que le había dejado su compañero el doctor Jekyll. Cuando volvió en sí, comenzó a reflexionar; si le enseñaba la carta a Poole, mancharía la cuidada reputación de su fallecido amigo, en cambio, si no lo hacía permanecería intacta. Transcurridos unos treinta minutos se dirigió a la casa de Henry Jekyll; tras su llegada, golpeó el aldabón de la puerta, esperó nerviosamente hasta que le abrió el mayordomo.

-Buenas noches -dijo amablemente.

-Pase señor -respondió el mayordomo con voz temblorosa.

Al entrar en la casa se dirigieron al gabinete, pues era el lugar más seguro, seguidamente el mayordomo le preguntó por la carta, Utterson sacó el sobre de su bolsillo, el cual solo contenía la confesión del doctor Jekyll. Abrió la carta y se la entregó a Poole, éste prosiguió a leerla. 

Querido Utterson:
Sé que ha pasado un tiempo desde que nos vimos la última vez, eso es así por la sencilla razón de que me he tenido que trasladar a otro país debido a que he querido ayudar a las personas más necesitadas, en el momento que leas esta carta, estaré ejerciendo mi función como doctor en Sudáfrica. Donde voy estaré bien, no os he dicho nada porque sabía que me ibais a detener , y forzarme para que me quede.
Os voy a confesar algo; si habéis visto el cadáver que hay en mi gabinete, es el asesino de sir Danvers Carew, el mismo que atropelló a aquella pequeña niña, es decir, Edward Hyde. La noche antes de mi traslado, sentí un ruido extraño fuera de mi gabinete, abrí la puerta y, allí, al final del oscuro pasillo se encontraba Hyde con un arma blanca en la mano. Retrocedí dos pasos, y armándome de valor forcejeamos, se cayó al suelo golpeándose la cabeza con una esquina de mi mesa de trabajo. Procedí a tomarle el pulso, este no respondía.
Este malhechor no molestará más, a su cargo tiene una gran cantidad de fechorías. Entregad el cuerpo a la policía.Con esta carta aclaro todos vuestros pensamientos y posibles dudas y sospechas; para que así podais dormir en paz.
                                                                                             H. J.

Tras leer la carta, Poole se quedó pensativo pero a la vez aliviado. Ya sabía que su amo no estaba muerto, cosa que le quitaba un peso de encima, y que en algún lugar del mundo estaría ejerciendo lo que más le gustaba, esa profesión que con tanto esmero le había aprendido su padre.

-Hay algo que tengo todavía en duda, ¿No habia una tercera carta? -preguntó Poole intrigadamente.

Utterson se puso muy nervioso, notó un sudor frio cayéndole por la frente, pero con rapidez se inventó algo sobre la marcha.

-Si, pero esa carta no estaba dirigida hacia nosotros, sino a la señorita Sarah Perkins, su antigua novia -respondió el abogado.

Utterson quiso dejar limpia la reputación de su amigo, para que la gente no supiera el lado malévolo de Henry Jekyll. En todas las personas una balanza está en una lucha continua entre el bien y el mal, Henry Jekyll consiguió inclinar la balanza hacia el lado del bien gracias a la amistad.

CONTINUACIÓN DE ''EL MISTERIO DE VELÁZQUEZ''.


Debo acabar.
Por mis cálculos, vengo a cumplir en estos días la edad de diecisiete años.

Tras unos días después de mi cumpleaños llegó a palacio una joven llamada Valentina. La recuerdo como si fuese ayer, su simpatía se transmitía por donde pasaba. Tenía el pelo color miel y rizado, muy rizado, de una tez morena como el azúcar. Sus ojos eran grandes y brillante, además, de un color verde esmeralda. Era fina, elegante y su mirada entraba en mi ser como si de una suave ráfaga de viento se tratase.

Yo la vi llegar como yo sin saber a qué se enfrentaba pero sonriente cosa que me desconcertó. Al verme se sonrojó y yo me acerqué a ella.Empezamos a hablar, le pregunte por su nombre, su edad, de dónde venía y como había llegado hasta aquí. Ella se interesó mucho por mí y quedamos después al medio día. Le enseñé palacio y ella estaba encantada.

Pocos días después me encontré con Maribárbola, apenas la había visto en unas semanas siempre estaba de aquí para allá. Al pasar por mi lado me dirigí a ella y ni se inmutó, paso sin ni siquiera mirarme a los ojos y esto me entristeció muchísimo. Corrí detrás de ella y la agarré de las manos. Le pedí perdón por mi ausencia y me abrazó.

Pasaron años y años, Maribárbola se marchó de palacio y mi amistad con Valentina creció a paso agigantado. Cuando cumplí los veintidós años fui a ver a Valentina ella estaba peinando su linda cabellera y le pedí que me aceptase en matrimonio. Ella al asombro mio, me rechazó. Esa decepción me mantuvo durante días encerrado.

Una noche, salí a ver la luna. Ella tan sola, fría y lejana y, aun así, brillaba con toda su intensidad. 

No podía más, mi amor por Valentina lo era todo. Roto por la melancolía, decidí algo espantoso. Escribí una carta a Valentina en la que decía:


<<Querida Valentina, mi amor por ti es desmesurado. Por ésta razón hablé con el rey. Le rogué que me mandase lejos que ya volveré.

Me marcho, no se donde, ni cuando, ni se cuando volveré. Solo te pido un último favor, cuídate y perdóname por no haber podido seguir adelante con esta amistad>>.


Frío con lágrimas en los ojos no he podido escribir más y he mandado a Moisés para que se la entregue. Cuando regrese me marcharé, ¿para siempre? no lo creo, mi lugar está aquí, en palacio mas me siento desubicado.

sábado, 18 de enero de 2014

CONTINUACIÓN DEL SABUESO DE LOS BASKERVILLE

  
           CONTINUACIÓN DEL LIBRO: EL SABUESO DE LOS BASKERVILLE
   
      Final del libro: Se resuelve el caso y terminan reuniéndose en Londres para hablar del caso.
      Continuación: Había transcurrido ya un año desde el caso del sabueso. Holmes llevaba sin saber nada de Sir Henry desde casi ocho meses, ya que perdieron toda la relación después del caso. Aún así, Watson se escribía cartas con el baronet para saber como iba evolucionando psicológicamente porque se había quedado muy afectado por el caso y andaba mal de los nervios. Aunque hubiera pasado ya un año, la investigación no estaría cerrada hasta que Sir Henry Baskerville se hubiera recuperado totalmente de lo ocurrido.
      Un buen día en Londres, Holmes se hallaba en su humilde morada fumando de su pipa favorita y leyendo el periódico de esa mañana que tanto le gusta ojear. De repente, un fuerte golpe resonó en toda la casa. Alguien estaba llamando a la puerta y a una hora poco frecuente para hacer visitas a alguien (las once y media de la mañana). Holmes llamó a Watson y le dijo que fuera a abrir la puerta para ver que querían esas personas. Al abrir la puerta, el detective giró la cabeza hacia la puerta y se asombró bastante: ¡Eran Sir Henry y su amigo el doctor Mortimer! El detective les invitó a pasar, les sirvió café y hablaron durante varias horas. Mortimer le comentó a Holmes que su paciente y amigo, el baronet, estaba ya totalmente recuperado de los nervios y que, por tanto, el caso estaba totalmente cerrado. Holmes lo felicitó por haber pasado esos problemas. Tras esto, Sir Henry invitó a Holmes y a Watson a que se quedaran una semana en casa del baronet por haber atendido su caso y por haberle salvado su vida. Tras unos minutos de reflexión, el detective aceptó porque no tenía ningún caso que resolver. Watson estaba muy entusiasmado de estar en la mansión del baronet durante una semana.
      Al día siguiente, se levantaron a las siete y media de la mañana para ir a la estación de ferrocarril. Allí se encontraron con los dos amigos que lo esperaban para partir al destino deseado.
      Durante esa semana que estuvieron allí todo fue normal, aunque no se sabía nada de la señora Stapleton que había desaparecido después de que se resolviera el misterio del sabueso de los Baskerville.
       Llegó el día de marcharse y Mortimer y Sir Henry acompañaron a Watson y a Holmes hasta la estación. El baronet le ofreció a Holmes que se quedara un poco de más tiempo en su casa pero el detective no aceptó porque tenía que seguir investigando los casos y trabajando. Justo antes de que se marcharan, Sir Henry le entregó un sobre a Holmes y otro a Watson. Dentro llevaba una cantidad jugosa de dinero pero Holmes y Watson no lo aceptaron porque habían puesto la vida del barnet en peligro.
       Al día siguiente todo fue normal, Holmes leía su periódico mientras fumaba, Watson le entregaba los casos, etc. 
       Poco duro esa tranquilidad de la rutina del día a día. Sir Henry había mandado una carta diciendo y explicando con todo detalle que su mayordomo había abandonado la mansión con su esposa porque al parecer, sus vidas corrían peligro. También citaba en la carta que los dos no querían decir el motivo de por qué corrían peligro sus vidas. Esto le asombró bastante al veterano detective. No se explicaba a qué venía ese comportamiento de los dos mayordomos sabiendo que su familia llevaba varias generaciones sirviendo a los Baskerville. Holmes pidió que se reunieran lo antes posible con él para tratar el tema y encontrar alguna explicación al raro comportamiento de los mayordomos.
      A los dos días, allí estaban los dos, tan sorprendidos como lo estaba Holmes al que es muy difícil sorprenderle. Los cuatro barones estuvieron deliberando sobre el tema al que no llegaron a ninguna conclusión. Holmes estaba seguro de que Stapleton estaba muerto aunque no pudieran encontrar su cadáver. Al final llegaron a la conclusión de que Holmes y Watson fueran a investigar al páramo.
      Holmes se preparó con todos sus artilugios y partió al páramo con su inseparable amigo y ayudante Watson.
      Los dos se adentraron en el lugar donde se suponía que había muerto Stapleton. Cuando llegaron al sitio concreto no se lo podían creer: ¡Había indicios de que alguien había estado allí durante un largo periodo de tiempo. Los dos llegaron a la mansión y al baronet casi le da un ataque cuando le dicen que Stapleton había sobrevivido.
      Los días pasaron, después las semanas y no pasaba nada hasta que un campesino se encontró muerto al señor y la señora Barrymore. No había lugar a dudas que Stapleton se quería vengar y parecía que lo estaba consiguiendo.
      Poco tardó en llegar peores noticias. El doctor Mortimer había sido asesinado. Sir Henry estaba muy muy preocupado por su vida. Una pista los llevó tras la señora Stapleton, que residía en Londres. Le pidieron que fuera hasta la manción para que los ayudaran. La señora Stapleton se presentó al día siguiente sin saber el por qué la habían llamado. Tras contárselo todo, montaron un plan. Se suponía que la señora Stapleton tendría que contactar con su marido, pedirle perdón y decirle que lo ayudaría en todo. Así confiaría en ella y podrían anticiparse a sus movimientos y tenderle una trampa. Al fin la señora Stapleton se pudo poner en contacto con su marido. Stapleton creyó a su mujer y ese fue su error. Por la noche la mujer contaba a Holmes los planes de su marido y de como iba a actuar. Stapleton quería utilizar a su mujer para que se llegara a la mansión y hacerle creer a Sir Henry de que ella estaba enamorada de él y que así, él aprovecharía para entrar y lo mataría. Holmes no tenía mucho tiempo para pensar porque la acción ocurriría el día siguiente según Stapleton. El plan de Holmes era muy sencillo: la señora Stapleton iría a la mansión a encontrarse con el baronet y cuando llegara Stapleton, Holmes y Watson se echarían encima de él para apresarle.
      Al día siguiente llegó la hora. Sir Henry y Watson estaban muy nerviosos pero Holmes mantenía la calma, ya que tenía mucha sangre fría.
      Todos se pusieron en marcha al ver que se acercaba la señora Stapleton. Todo salió como lo previsto. Cuando entró Stapleton se echaron encima Holmes y Watson pero Stapleton se quitó de encima con un palo a Watson y de un puñetazo a Holmes. Entonces se abalanzó sobre Sir Henry pero la señora Stapleton sacó una daga de sus medias y se la clavó a Stapleton en todo el pecho. Este cayó al suelo desplomado y murió al poco tiempo. La señora Stapleton salió corriendo y hasta día de hoy no se sabe nada de ella. En cuanto a Holmes y a Watson, siguieron con sus vidas en Londres y todo les fue normal. Y en cuanto a Sir Henry, se mudó al lado de la casa de Holmes debido a los malos recuerdos que le había causado la mansión.


                                                          FIN
        Francisco Manuel Gálvez Carrascoso 3ºA