domingo, 19 de enero de 2014

CONTINUACIÓN DE ''EL MISTERIO DE VELÁZQUEZ''.


Debo acabar.
Por mis cálculos, vengo a cumplir en estos días la edad de diecisiete años.

Tras unos días después de mi cumpleaños llegó a palacio una joven llamada Valentina. La recuerdo como si fuese ayer, su simpatía se transmitía por donde pasaba. Tenía el pelo color miel y rizado, muy rizado, de una tez morena como el azúcar. Sus ojos eran grandes y brillante, además, de un color verde esmeralda. Era fina, elegante y su mirada entraba en mi ser como si de una suave ráfaga de viento se tratase.

Yo la vi llegar como yo sin saber a qué se enfrentaba pero sonriente cosa que me desconcertó. Al verme se sonrojó y yo me acerqué a ella.Empezamos a hablar, le pregunte por su nombre, su edad, de dónde venía y como había llegado hasta aquí. Ella se interesó mucho por mí y quedamos después al medio día. Le enseñé palacio y ella estaba encantada.

Pocos días después me encontré con Maribárbola, apenas la había visto en unas semanas siempre estaba de aquí para allá. Al pasar por mi lado me dirigí a ella y ni se inmutó, paso sin ni siquiera mirarme a los ojos y esto me entristeció muchísimo. Corrí detrás de ella y la agarré de las manos. Le pedí perdón por mi ausencia y me abrazó.

Pasaron años y años, Maribárbola se marchó de palacio y mi amistad con Valentina creció a paso agigantado. Cuando cumplí los veintidós años fui a ver a Valentina ella estaba peinando su linda cabellera y le pedí que me aceptase en matrimonio. Ella al asombro mio, me rechazó. Esa decepción me mantuvo durante días encerrado.

Una noche, salí a ver la luna. Ella tan sola, fría y lejana y, aun así, brillaba con toda su intensidad. 

No podía más, mi amor por Valentina lo era todo. Roto por la melancolía, decidí algo espantoso. Escribí una carta a Valentina en la que decía:


<<Querida Valentina, mi amor por ti es desmesurado. Por ésta razón hablé con el rey. Le rogué que me mandase lejos que ya volveré.

Me marcho, no se donde, ni cuando, ni se cuando volveré. Solo te pido un último favor, cuídate y perdóname por no haber podido seguir adelante con esta amistad>>.


Frío con lágrimas en los ojos no he podido escribir más y he mandado a Moisés para que se la entregue. Cuando regrese me marcharé, ¿para siempre? no lo creo, mi lugar está aquí, en palacio mas me siento desubicado.

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