lunes, 20 de enero de 2014

Libertad.


Y sí, como os imagináis, después de todo el esfuerzo que hice para averiguar cosas del caso, no me sirvieron de nada, volví al sanatorio.
Había estado un tiempo fuera de allí, y al volver vi que había ingresada gente nueva en el sanatorio. Nada más llegar el doctor Sugrañes me llamó para presentarme a dos nuevos compañeros.
-DGS, estos van a ser dos nuevos compañeros. Son Pablo y Lucas.
-Hola, encantado de conoceros y si necesitáis de mi ayuda, podéis contar conmigo.

Los días pasaron y todo transcurría con normalidad. Un día, como cualquier otro, me sorprendí cuando me avisaron de que tenía una visita. Había venido Mercedes, después de tanto tiempo.
-Que de tiempo sin saber nada de ti, ¿no vas a venir a darme un abrazo?
-Claro que si, faltaría más. ¿A qué se debe esta inesperada visita?
-Hace tiempo que llevo dándole vueltas a todo lo ocurrido estas últimas semanas, y pienso que no es justo que tengas que estar aquí.
-No deberías haberte molestado, ya escuchastes al comisario Flores.
-Bueno, ya lo veremos, déjalo en mis manos.

Pasaron los días y seguía con mi rutina en el centro. Un día vi como llegaba el comisario con Mercedes. Los dos se acercaron a mi, y el comisario me dio una carta. En ella se decía que, por mi esfuerzo y mi buen razonamiento en el intento de descubrir los sucedido con las niñas desaparecidas, era puesto en libertad y podía dejar el manicomio en este mismo momento. 
Después de unos días de papeleos, por fin logré marcharme a comenzar una nueva vida fuera.


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