Y
sí, como os imagináis, después de todo el esfuerzo que hice para
averiguar cosas del caso, no me sirvieron de nada, volví al
sanatorio.
Había
estado un tiempo fuera de allí, y al volver vi que había ingresada
gente nueva en el sanatorio. Nada más llegar el doctor Sugrañes me
llamó para presentarme a dos nuevos compañeros.
-DGS,
estos van a ser dos nuevos compañeros. Son Pablo
y Lucas.
-Hola,
encantado de conoceros y si necesitáis de mi ayuda, podéis contar
conmigo.
Los
días pasaron y todo transcurría con normalidad. Un día, como
cualquier otro, me sorprendí cuando me avisaron de que tenía una
visita. Había venido Mercedes, después de tanto tiempo.
-Que
de tiempo sin saber nada de ti, ¿no vas a venir a darme un abrazo?
-Claro
que si, faltaría más. ¿A qué se debe esta inesperada visita?
-Hace
tiempo que llevo dándole vueltas a todo lo ocurrido estas últimas
semanas, y pienso que no es justo que tengas que estar aquí.
-No
deberías haberte molestado, ya escuchastes al comisario Flores.
-Bueno,
ya lo veremos, déjalo en mis manos.
Pasaron
los días y seguía con mi rutina en el centro. Un día vi como
llegaba el comisario con Mercedes. Los dos se acercaron a mi, y el
comisario me dio una carta. En ella se decía que, por mi esfuerzo y mi
buen razonamiento en el intento de descubrir los sucedido con las
niñas desaparecidas, era puesto en libertad y podía dejar el
manicomio en este mismo momento.
Después de unos días de papeleos, por fin logré marcharme a comenzar una nueva vida fuera.
Después de unos días de papeleos, por fin logré marcharme a comenzar una nueva vida fuera.
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