lunes, 20 de enero de 2014

El tragaluz.

                                PARTE TERCERA. 

(El telón vuelve a abrirse, allí aparece ELLA y ÉL. Los focos enfocan únicamente a ellos dos, todo lo demás está oscuro. Suena de repente una melodía para anunciar que seguido del acto que va a transcurrir la historia se acaba.)


ELLA: Como veis, Mario, mató a su hermano tal y como lo soñó en el sueño. La escena que vais a ver transcurrió 14 días después de lo último. 
EL: Aquí ya descubrimos lo que le pasaba al padre realmente, quién o el qué ha sido el/la consecuente de sus trastornos. 
ELLA: Espero que les guste el último acto.

(Todo se apaga, ellos dos desaparecen. Se encienden unos focos que enfocan dónde se encontraban Encarna y Mario, en la Editora.) 

ENCARNA: (Un poco decaída y pensativa) Mmm... Mario... 
MARIO: Dime, Encarna.(Le interrumpe Mario antes de que ella terminara la frase.) 
ENCARNA: ¿Qué sentiste realmente cuándo te distes cuenta de que, sin querer, habías matado a tu hermano? 
MARIO: No quiero decírtelo, tengo miedo a que después de esto no quieras saber nada de mi, o no me hables nunca más, o lo peor de todo, que te dieses cuenta de que has estado confusa todo este tiempo y que por el que siempre hayas sentido realmente fuera mi hermano y no por mí. 
ENCARNA: Eso no va a pasar, Mario. Te apoyaré me digas lo que me digas. Ten por seguro que sé a quién he querido y a quién quiero, y ese sólo eres tú. 
MARIO: Esto me tranquiliza aún más. (Mira a Encarna con los ojos vidriosos.) Tal vez algún día no aguante más y se lo tenga que contar a alguien, y antes de hacer una locura y contárselo a otra persona, prefiero que seas tú. 
ENCARNA: Adelante, soy toda oídos. 
MARIO: Sinceramente, cuando lo estaba haciendo no sabía bien lo que estaba haciendo, si estaba haciendo lo correcto o no. Había algo que no me dejaba pararme a pensar u dejar de hacerlo, me tiraba más para el lado de hacerlo. Una vez hecho me arrepentí. Por mucho que me haya hecho siguía siendo mi hermano. Le diré la verdad a mis padres, pero después de que mi padre se recupere.  
ENCARNA:Tienes razón. A pesar de todo seguía siendo tu hermano. No pienso decirte nada sobre lo que has hecho. Tú lo has hecho, yo no te puedo decir nada. Vamos a casa de tus padres y allí hablamos con tu madre para lo de tu padre. (Dice algo nerviosa y moviendo las piernas.) 
MARIO: Sí, vamos. 

(Los dos salen de la oficina y se dirigen hacia casa de sus padres. Llaman al timbre y les abre El padre.) 

EL PADRE: ¡Hombre! ¡Qué alegría! Pasad, pasad. 
ENCARNA: Te traigo unas postales que te van a gustar mucho. (Mario y Encarna sonríen.)
EL PADRE: Si es así, pasen. (Dice con picardía.) Mi mujer está haciendo punto. 

(Entran hacia dentro. Mario y Encarna se sientan en el sofa. La madre está sentada en una silla haciendo punto. El padre se sienta junto a Encarna.) 

LA MADRE: ¡¡Ohhh, que alegría de volver a veros!! ¿Qué os trae por aquí? Voy a por unas ensaimadas y unos cafés. En seguida vuelvo. 

(La madre se levanta y se dirige a la cocina, mientras Encarna y Mario conversan.)

MARIO: Encarna, llévate a mi padre a la salita y entretelo con las nuevas postales. Yo hablaré con mi madre sobre lo que te dije antes.  
ENCARNA: Está bien. Vamos a la salita, señor. Le enseñaré lo que le dije antes y que, además, te iba a gustar mucho. 

(Los dos se dirigen hacia la salita. La Madre llega con los cafés y las ensaimadas.)  

LA MADRE: ¿Y Encarnita?
MARIO: La he mandado con papá a la salita para que le enseñase las nuevas postales y así podamos hablar con más tranquilidad. 
LA MADRE: ¿Hablar sobre qué?
MARIO: Hablar sobre Papá. Ya sabemos que la consecuencia de que papá esté así fue por lo del tren y por culpa de Vicente. No quiero que papá siga así hasta que fallezca, tiene que haber médicos que estén especializados en este tipo de enfermedades. Tengo unos ahorros que lo podríamos emplear para que papá se cure. 
LA MADRE: (Un poco sorprendida.) Creo que será lo correcto, pero creo que debo decirte algo... 
MARIO: Dime, mamá. 
LA MADRE: Anoche estuve hablando con él. Tuvimos una conversación bastante formal y seria, hacía mucho tiempo que no teníamos una así, de verdad. Estaba sorprendida al ver a tu padre así... Te reconocía a ti, preguntó por Vicente, ya que había notado su ausencia. (La cara de Mario cuando su madre nombra a su hermano se pone pálida.) sabía quién era él, sabía quién era yo y lo éramos. Incluso me contó lo pase hace tantos años sobre lo de tu hermana que falleció y el tren. 
MARIO: Increíble, pero cierto. Papá desde que enfermó nunca había estado así, ¿verdad?
LA MADRE: Que va, hijo. Por eso me extrañó. 
Esta mañana madrugué y fui a visitar a un doctor. Le conté todo lo que había pasado durante estos años y sus palabras me dejaron verdaderamente hipnotizada. 
MARIO: ¿Qué dijo..? 
LA MADRE: 'Las postales le ayudan mucho a reforzar la memoria, pero ha habido más de un caso así en el mundo y siempre ha sido porque alguien haya fallecido. Es decir, su cuerpo y el de esa persona estaban atraídos y, si uno estaba bien el otro estaba mal, y al morir el que estaba bien, el que estaba mal volvía a ser quién era o viceversa. El que ha sufrido esa enfermedad suele volver a ser el mismo a las dos semanas.' Inmediatamente me fui de allí, me parecía absurdo lo que estaba diciendo. Pero de camino a casa pensé que sí podría tener algo de sentido, me puse en lo peor, Mario. 
MARIO: ¿Qué pensaste, mamá?
LA MADRE: Que a Vicente le había pasado algo, no sé de él desde hace tiempo... 

(Mario se levanta y va corriendo a la salita a por Encarna.) 

MARIO: Encarna, vamos al salón, tenemos que hablar con mi madre. 
ENCARNA: Está bien. 
MARIO: Papá, duerme que se ha hecho de noche. 
(Encarna cierra la puerta y los dos vuelven al salón.) 

MARIO: Mamá vuelve a repetirle todo a Encarna. Desde lo que hablaste con papá hasta que te fuiste de la clínica. 
(Esta se lo cuenta todo. Rápidamente después de que terminase Mario se levanta y se pone al lado de su madre.) 

MARIO: Mamá, no pensaba decirte nada de esto hasta que papá se recuperase, pero una vez contado todo esto, te lo diré. 
LA MADRE: (Nerviosa a más no poder. No deja de comerse las uñas. Inquieta.) Dime... 
MARIO: Hace tiempo soñé con Vicente, soñé que lo mataba, que lo tiraba por un precipicio. Hace dos semanas lo hice mamá. (La madre se hecha a llorar. Encarna y Mario la abrazan.) No había nada que me parase a no hacerlo o pensarlo. Lo hice sin ninguna razón, luego me sentí realmente mal. Dios me castigará por esto. Esto se me quedará grabado de por vida. Lo siento muchísimo, te quiero. 
LA MADRE:  Ahora me cuadra todo... El doctor tenía razón; papá se ha recuperado porque estaba atraído con Vicente y al morir él, papá se ha recuperado. Difícil de creer. 
MARIO: Exactamente, mamá. Te pido perdón, pero no sabía que me pasaba. 
LA MADRE: Al fin y al cabo tu hermano ya estaba mayor... si aquel fue su fin no podemos hacer nada... 
ENCARNA: ¿Creéis que debéis contárselo a papá? 
MARIO: Sí. Vamos a esperarnos un tiempo a ver como sigue la cosa y si ha mejorado del todo. 
LA MADRE: ¿Qué le diremos si pregunta por él? 
ENCARNA: Lo más creíble es que se ha ido por un tiempo de vacaciones.
MARIO: Eso es. 
LA MADRE: Mejor decírselo ya antes de que él pregunte porque si no seguro que nos echará en cara que por qué no se lo dijimos antes. 
MARIO: Tienes razón. 
Encarna: Yo voy a por él. 
MARIO: Encarna, díselo tu allí. No quiero que papá vea a mamá así. Sospechará 
LA MADRE: Sí, mejor. 

(Encarna se levanta y se dirige hacia la salita. Se sienta en la cama junto con El padre.) 

ENCARNA: Tengo que decirte algo. 
El PADRE: Venga, dime. 
ENCARNA: Vicente se ha ido por un temporada de vacaciones. Te informo para que después no digas que no te decimos nada sobre las noticias que pasan. 
EL PADRE: Gracias por la información, guapa. 
(Encarna sale del cuarto y se va para el salón.) 

ENCARNA: Ya se lo he dicho. Mario, vamos a recoger al pequeño de casa de mi madre, se nos hizo tarde. 
MARIO: Mamá, nos tenemos que ir. Conversa ahora con padre y salid a tomar un poco el aire, os vendrá bien. Mañana venimos de nuevo. 
LA MADRE: Está bien, mañana, si tengo ánimos, prepararé algo para merendar. (Llorando y con el corazón encogido.) 
MARIO: Nos vamos, mamá. Te quiero. 
ENCARNA: Adiós, guapa, un beso. 

(Se cierra el telón. Todo se apaga. De nuevo aparecen ELLA y ÉL. Unos focos de color verde los enfoca.) 

ELLA: Esperemos que os haya gustado. 
ÉL: Ya pueden salir por el lateral derecho, muchas gracias. 

(APLAUSOS. SE CIERRA EL TELÓN.) 


No hay comentarios:

Publicar un comentario