Utterson, al terminar de leer la carta junto al calor de la chimenea, se quedó atónito debido a la tan ocultada información que le había dejado su compañero el doctor Jekyll. Cuando volvió en sí, comenzó a reflexionar; si le enseñaba la carta a Poole, mancharía la cuidada reputación de su fallecido amigo, en cambio, si no lo hacía permanecería intacta. Transcurridos unos treinta minutos se dirigió a la casa de Henry Jekyll; tras su llegada, golpeó el aldabón de la puerta, esperó nerviosamente hasta que le abrió el mayordomo.
-Buenas noches -dijo amablemente.
-Pase señor -respondió el mayordomo con voz temblorosa.
Al entrar en la casa se dirigieron al gabinete, pues era el lugar más seguro, seguidamente el mayordomo le preguntó por la carta, Utterson sacó el sobre de su bolsillo, el cual solo contenía la confesión del doctor Jekyll. Abrió la carta y se la entregó a Poole, éste prosiguió a leerla.
Querido Utterson:
Sé que ha pasado un tiempo desde que nos vimos la última vez, eso es así por la sencilla razón de que me he tenido que trasladar a otro país debido a que he querido ayudar a las personas más necesitadas, en el momento que leas esta carta, estaré ejerciendo mi función como doctor en Sudáfrica. Donde voy estaré bien, no os he dicho nada porque sabía que me ibais a detener , y forzarme para que me quede.
Os voy a confesar algo; si habéis visto el cadáver que hay en mi gabinete, es el asesino de sir Danvers Carew, el mismo que atropelló a aquella pequeña niña, es decir, Edward Hyde. La noche antes de mi traslado, sentí un ruido extraño fuera de mi gabinete, abrí la puerta y, allí, al final del oscuro pasillo se encontraba Hyde con un arma blanca en la mano. Retrocedí dos pasos, y armándome de valor forcejeamos, se cayó al suelo golpeándose la cabeza con una esquina de mi mesa de trabajo. Procedí a tomarle el pulso, este no respondía.
Este malhechor no molestará más, a su cargo tiene una gran cantidad de fechorías. Entregad el cuerpo a la policía.Con esta carta aclaro todos vuestros pensamientos y posibles dudas y sospechas; para que así podais dormir en paz.
H. J.
Tras leer la carta, Poole se quedó pensativo pero a la vez aliviado. Ya sabía que su amo no estaba muerto, cosa que le quitaba un peso de encima, y que en algún lugar del mundo estaría ejerciendo lo que más le gustaba, esa profesión que con tanto esmero le había aprendido su padre.
-Hay algo que tengo todavía en duda, ¿No habia una tercera carta? -preguntó Poole intrigadamente.
Utterson se puso muy nervioso, notó un sudor frio cayéndole por la frente, pero con rapidez se inventó algo sobre la marcha.
-Si, pero esa carta no estaba dirigida hacia nosotros, sino a la señorita Sarah Perkins, su antigua novia -respondió el abogado.
Utterson quiso dejar limpia la reputación de su amigo, para que la gente no supiera el lado malévolo de Henry Jekyll. En todas las personas una balanza está en una lucha continua entre el bien y el mal, Henry Jekyll consiguió inclinar la balanza hacia el lado del bien gracias a la amistad.
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