domingo, 27 de abril de 2014
Continuación de Bodas de Sangre.
(Al mes siguiente, entrando en la huerta de su padre para trabajar.)
SILVIA (NOVIA). Perdón, ¡no te había visto! (después de haberle dado un golpe y tirado toda la cosecha que llevaba en una caja) Yo lo recogeré.
JOSÉ ANTONIO (sonriendo). No te preocupes, no importa. ¿Quién eres? Es bastante raro que una mujer trabaje en el campo. No esperaba tener una compañera, y menos tan guapa.
SILVIA. Calla. (Ruborizándose) Yo trabajo aquí desde pequeña, soy la hija del propietario y lo he ayudado siempre. La pregunta es, ¿quién eres tú?
JOSÉ ANTONIO. Anda, sí, ya me acuerdo. Tu padre me dijo que tenía una hija. Y me contó lo sucedido... lo siento. Soy José Antonio.
SILVIA. Yo Silvia. Gracias... me ha costado mucho levantar un poco los ánimos. Me he llevado un mes sin prácticamente salir de mi cuarto. (Cambiando de tema) ¿Cómo es que mi padre te ha contratado? Es raro, decía que no teníamos suficiente dinero.
JOSÉ ANTONIO. No lo sé, creo que la falta de dinero venía de que necesitaba un poco de más mano de obra, y aquí estoy.
SILVIA. Bueno, me debo ir, ya nos veremos (sonriendo).
(A la semana se encontraron paseando por las callejuelas del pequeño pueblo).
JOSÉ ANTONIO. ¡Hola Silvia! Quería decirte algo pero no te he visto en toda la semana. Me quedé con ganas de pedirte una cita.
SILVIA. ¿A mí? Creo que te estás equivocando de persona.
JOSÉ ANTONIO (rotundamente). No me equivoco.
SILVIA. Bueno... está bien. ¿Cuándo sería?
JOSÉ ANTONIO. Hoy mismo. No puedo esperar más. Te recogeré en tu casa a las diez.
SILVIA. Perfecto (con una sonrisa de tonta).
(A las diez, este estaba en su puerta, esperándola, ella bajó).
SILVIA. ¿Dónde vamos?
JOSÉ ANTONIO. Conozco un lugar muy bonito, vamos. Está por allí (señalando el bosque).
SILVIA. ¿Allí? ¿En el bosque? No me trae muy buenos recuerdos... (mirando al suelo)
JOSÉ ANTONIO. Tranquila, no va a pasar nada, estás conmigo.
(Se pusieron en marcha y anduvieron por un camino que corta el bosque. A los diez minutos se introdujeron en él)
JOSÉ ANTONIO. Ven por aquí. Detrás de esos árboles. (Cambiando su rostro de felicidad, a un tono de maldad) Bueno, qué más da. Aquí ya no nos verá nadie. (Cogiéndola de la cintura y pegándola a sí mismo)
SILVIA. ¿Qué haces? ¡Suéltame!
JOSÉ ANTONIO. Venga, anda, no seas tonta. (Apretándole aún más)
SILVIA. Bueno... ¿por qué no? (siguiéndole el juego)
(Empiezan a desnudarse, mientras él se quita la camiseta, Silvia aprovecha y se agacha rápidamente a coger una piedra, le da en la cabeza y sale corriendo a su casa)
SILVIA (abriendo la puerta). Papá. ¡¡Papá!! Vamos, ven corriendo. Por el camino te explico. ¡¡Vamos, corre!! (coge una cuerda antes de salir)
PADRE (saliendo de la casa). ¿Qué ha pasado?
SILVIA (llorando). Me fui con José Antonio, tuve una cita con él. Ese nuevo jornalero que has contratado hace poco. Me llevó al bosque e intentó violarme. Cuando pude, cogí una piedra y le di fuertemente en la cabeza, pronto despertará. ¡¡Démonos prisa!!
PADRE. ¡Qué desgracia! ¡Otra más! ¡Qué vida ésta..!
SILVIA. Padre, allí está. Corramos, está recuperando el conocimiento.
(Lo cogen a tiempo, antes de que se levante. Lo atan y llaman a la policía).
SILVIA. Sí, intentó violarme. Yo le seguí el juego y lo golpeé cómo y cuando pude.
POLICÍA. Vale, no nos hace falta más información. Llévenselo a la prisión (a los demás policías).
(Silvia se va con su padre a casa, cae en un estado de depresión total).
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