Continuación del libro
Los primeros días tras el
fallecimiento de Gregor trajeron paz y
descanso a su familia. Cada uno de los miembros se dedicó hacer aquello que más
le gustaba, saboreando cada minuto de su nuevo destino. Su padre empezó a dedicarle
más tiempo a su esposa y ésta le correspondía del mismo modo. Su hermana en
cambio pasaba gran pare del día tocando el violín y procurando buscar marido. Esta
aparente tranquilidad fue pasando, pues se acercaba el día del cumpleaños de
Gregor que además estaba cercano a la Navidad.
Cada uno de ellos empezó a
echarlo de menos a su manera. Sus padres comenzaron a recordar aquellos momentos
en los que de pequeño hacía diabluras;
así como, de cuánto les había ayudado a lo largo de su vida. Su hermana, en
cambio, recordaba lo que le gustaba oírla tocar el violín y lo pendiente que
estaba de todos sus asuntos y echaba de menos la seguridad que su hermano le
transmitía.
Pronto fueron conscientes de su poca
generosidad hacia él en los últimos días de su vida, quizás, por el miedo que
Gregor, con su nuevo aspecto, les transmitía. Era demasiado tarde, nada se
podía cambiar y tendrían que vivir con ello sobre sus conciencias para el resto
de sus días.
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